Abren los colegios electorales para la segunda vuelta en Brasil
En estas últimas semanas, Lula y Bolsonaro se han centrado en convencer a los indecisos y absentistas, que en la primera vuelta llegaron al 20 %, pese a que en Brasil el voto es obligatorio.
En la primera vuelta, Lula, abanderado de un amplio frente progresista al que se han sumado fuerzas de centro y centroderecha, fue el candidato más votado con el 48,4 % de los votos, frente al 43,2 % que obtuvo Bolsonaro, capitán retirado del Ejército, de derecha radical y que aspira a un nuevo mandato de cuatro años.
La votación de este domingo tiene lugar en las 5.570 ciudades del país y en 181 localidades del extranjero.
Además de presidente y vicepresidente, los brasileños de 12 estados tendrán que elegir a su gobernador en segunda vuelta, entre ellos el de Sao Paulo, la región más poblada y motor de la economía del país.
Los dos candidatos a la Presidencia, que han dividido al electorado como no se había visto en la historia reciente de Brasil, apuraron hasta el último instante del sábado para cerrar una encarnizada campaña que se ha prolongado por dos meses y medio.
Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010, puso punto final a su campaña en Sao Paulo en compañía del expresidente uruguayo José Mujica, mientras que Bolsonaro dio un paseo en moto por Belo Horizonte y, por la noche, divulgó una lista con 22 "compromisos", en un intento por disminuir la distancia con su adversario.
En estas últimas semanas, Lula y Bolsonaro se han centrado en convencer a los indecisos y absentistas, que en la primera vuelta llegaron al 20 %, pese a que en Brasil el voto es obligatorio.
Sin embargo, las posiciones de uno y otro están prácticamente fijadas. El margen para ganar nuevos apoyos es mínimo y, de hecho, no ha habido grandes oscilaciones en las intenciones de voto en los sondeos más recientes.
Lula sigue con una amplia ventaja en la región nordeste, histórico granero de votos del PT, y entre la población más pobre, que representa prácticamente la mitad del electorado.
Bolsonaro, por su parte, despunta entre los más ricos y el influyente electorado evangélico, al que Lula ha intentado seducir con la divulgación de una carta donde se declaró contra el aborto y afirmó que la familia es "una cosa sagrada".