Airbus y Air France, absueltas por accidente del vuelo de 2009
Al término de una instrucción que se prolongó durante trece años ambas compañías acabaron en el banquillo acusadas de homicidio involuntario en uno los siniestros aéreos más fatales de los últimos veinte años.
El Tribunal de París absolvió hoy a Airbus y Air France por el caso del accidente del 1 de junio de 2009 de un vuelo Río de Janeiro-París que se estrelló en el Atlántico y causó la muerte de sus 228 ocupantes, entre los que figuraban 58 brasileños.
Al término de una instrucción que se prolongó durante trece años ambas compañías acabaron en el banquillo acusadas de homicidio involuntario en uno los siniestros aéreos más fatales de los últimos veinte años.
Después de tres meses de proceso a finales de 2022 la Fiscalía se había alineado en su alegato con el grueso de las tesis de las dos multinacionales al considerar que era "imposible de demostrar" la culpabilidad del accidente, lo que enfureció a asociaciones de víctimas como Ayuda y Solidaridad AF447.
La absolución penal a Airbus y Air France decepciona a familiares de víctimas
La absolución penal a Airbus y Air France por el desastre aéreo del 1 de junio de 2009 que causó la muerte de 228 personas ha decepcionado a los allegados de las víctimas, quienes criticaron la falta de implicación de la Fiscalía en el caso.
Casi 14 años después del siniestro del vuelo AF447 de Air France que hacía la ruta de Río de Janeiro a París, el Tribunal de París anunció su esperada sentencia: Absolución penal por la "ausencia segura de un nexo de causalidad entre imprudencias/negligencias y el accidente".
Aunque el veredicto sí que reconoce la responsabilidad civil, que será examinada en septiembre y podrá abrir vías a nuevas indemnizaciones, las familias de las víctimas y sus abogados reconocieron su enorme decepción por que el Tribunal no condenase penalmente a ambas compañías, lo que más allá de las indemnizaciones previstas, hubiese sido un golpe a su reputación.
"Los poderosos se hacen valer de la impunidad, pasan los siglos y nada cambia", lamentó en una declaración escrita Daniele Lamy, la presidenta de la asociación Ayuda y Solidaridad AF447, quien perdió en el accidente a su hijo de 37 años.
"Esta decisión impide el luto", sentenció, por su parte, uno de los letrados de la acusación particular, David Koubbi, en declaraciones al canal BFMTV.
Para este abogado, la mayor decepción ha sido la postura de la Fiscalía francesa, que, al final del proceso a finales de 2022, excluyó pedir la culpabilidad de las dos compañías.
"Hay que hacerse la siguiente pregunta: ¿quién está detrás del capital de esas dos empresas? El Estado francés. Este asunto no se ha tratado de la manera que se suele hacer, el Ministerio Público ha de ser el abogado de los franceses, no de Airbus y Air France", lanzó Koubbi.
La clave de este mediático juicio fue saber si el accidente se debió a una falta de preparación de los pilotos, atribuible a Air France; a un fallo del dispositivo de medición de la velocidad, que sería responsabilidad de Airbus, o si, como se barajó durante la instrucción, todo se debió a un error de los pilotos, fallecidos en el siniestro.
Air France dijo en que comunicado que "toma nota" de la sentencia y aseguró que "guardará para siempre en su memoria el recuerdo de las víctimas de este terrible accidente", uno de los más graves de la historia de la aviación en los últimos veinte años.
En ese siniestro, murieron las 228 personas que iban a bordo del avión (216 pasajeros y 12 tripulantes), entre ellos un bebé y siete niños. Las víctimas eran de 33 nacionalidades diferentes, en particular 73 franceses y 58 brasileños.
TORTUOSA INSTRUCCIÓN Y MEDIDOR DE VELOCIDAD
Según las conclusiones de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA) francesa, el siniestro ocurrió después de que el hielo bloquease las sondas de medición de la velocidad del avión, lo que hizo que los pilotos desconocieron ese dato cuando atravesaban una zona de turbulencias.
Por ello, no aplicaron el protocolo adecuado y elevaron la posición del aparato hasta que este perdió su horizontalidad, dejó de tener sustentación y se colocó en situación de caída libre a 1.150 kilómetros de las costas de Recife (Nordeste de Brasil). Los pilotos creían que estaban ascendiendo cuando en realidad perdían altura.
El comandante del vuelo, el más experimentado de la tripulación, estaba durmiendo cuando ocurrió el siniestro, dejando al mando a personal más inexperto.
Airbus se había defendido del mal funcionamiento de su dispositivo alegando que el modelo Pitot del accidente (del francés Thales) estaba en fase de sustitución por los Goodrich, de fabricación estadounidense.
La instrucción de este caso fue especialmente tortuosa, llena de idas y venidas. Las dos cajas negras del apartado solo fueron encontradas en mayo de 2011, 23 meses más tarde del siniestro, a 3.900 metros de profundidad en medio del océano Atlántico.
Una vez encontradas, hubo que esperar a 2019 para que acabase la instrucción, con varios peritajes de por medio y que acabó por archivar la causa contra las dos multinacionales.
Los jueces instructores habían determinado entonces que la culpa del accidente respondía a una mala interpretación de la situación por parte de los pilotos y, por lo tanto, no procedía llevar a los tribunales a la aerolínea, propietaria del aparato estrellado, ni a su constructor.
Sin embargo, los recursos interpuestos por las familias y la Fiscalía francesa permitieron invalidar el archivo de la causa gracias al dictamen del Tribunal de Apelación de París y sentar a Air France y Airbus en el banquillo de los acusados. EFE