Mundo - 10/2/18 - 08:30 PM
Carnaval de Oruro, la riqueza cultural de Bolivia en una fiesta (Video)
Un derroche de máscaras, trajes, danzas tradicionales, folclore que durante todo el día convierte a esta ciudad andina en una de las capitales mundiales del Carnaval
El Carnaval de Oruro (Bolivia) brindó hoy al mundo uno de los mayores espectáculos carnavalescos de Suramérica, con un espectacular desfile de miles de danzarines y músicos declarado Patrimonio de la Humanidad.
Un derroche de máscaras, trajes, danzas tradicionales, folclore que durante todo el día convierte a esta ciudad andina en una de las capitales mundiales del Carnaval, ante los ojos de miles de turistas venidos del resto de Bolivia, de América y del mundo.
Una riqueza cultural que Bolivia, puesto que a Oruro acuden compartas de todo el país con bailes ancestrales, "pone a los ojos del mundo", relató a Efe Victoria Abril, una de las participantes en el kilométrico recorrido.
Ataviada con la indumentaria propia de la etnia amazónica weenhayek, luce orgullosa el traje tradicional que confeccionan las mujeres de su comunidad tras adentrarse a pie durante días en el monte en busca de la planta de la que sacan el hilo, que luego tiñen con un tinte extraído de semillas.
Una cultura con cerca de 7.000 años que desfila junto a caporales, llaneros, waka wakas, diabladas, morenadas, incas, suri sicuris, wititis, tinkus y un sinfín de danzas originarias bolivianas que desde primera hora del día hasta el anochecer animan el recorrido hasta el santuario de la Virgen del Socavón.
A diferencia de otros carnavales entregados solo a la mera diversión, el día grande del Carnaval de Oruro es pura devoción, ya que los miles de participantes en la entrada o desfile terminan de rodillas, algunos entre lágrimas, ante la imagen de esta virgen, patrona del folclore en Bolivia.
"Vengo desde Alemania cada año para bailar, por fe, a agradecer a la Virgen del Socavón todos los favores que he recibido", confesó a Efe María del Carmen Ortubé, venida desde Berlín para honrar a la patrona con bailes y cánticos.
Una riqueza cultural que Bolivia, puesto que a Oruro acuden compartas de todo el país con bailes ancestrales, "pone a los ojos del mundo", relató a Efe Victoria Abril, una de las participantes en el kilométrico recorrido.
Ataviada con la indumentaria propia de la etnia amazónica weenhayek, luce orgullosa el traje tradicional que confeccionan las mujeres de su comunidad tras adentrarse a pie durante días en el monte en busca de la planta de la que sacan el hilo, que luego tiñen con un tinte extraído de semillas.
Una cultura con cerca de 7.000 años que desfila junto a caporales, llaneros, waka wakas, diabladas, morenadas, incas, suri sicuris, wititis, tinkus y un sinfín de danzas originarias bolivianas que desde primera hora del día hasta el anochecer animan el recorrido hasta el santuario de la Virgen del Socavón.
A diferencia de otros carnavales entregados solo a la mera diversión, el día grande del Carnaval de Oruro es pura devoción, ya que los miles de participantes en la entrada o desfile terminan de rodillas, algunos entre lágrimas, ante la imagen de esta virgen, patrona del folclore en Bolivia.
"Vengo desde Alemania cada año para bailar, por fe, a agradecer a la Virgen del Socavón todos los favores que he recibido", confesó a Efe María del Carmen Ortubé, venida desde Berlín para honrar a la patrona con bailes y cánticos.
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Su compañera en una comparsa en la que desfilan más de 1.300 personas, Estela Martínez, añadió tajante que "esta virgencita es milagrosa" y por eso se entregan en agradecimiento a sus favores.
"Esta peregrinación empieza en octubre, cuando empezamos a preparar los trajes por amor a ella", expresó emocionada a Efe.
El público lo agradece y algunos pasan la noche en los graderíos para no perder los mejores sitios, desde los que jalean a bailarines y bandas musicales a su paso.
La celebración reúne a más de 450.000 personas, según el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia.
Desde niños a mayores, con vistosos trajes que pesan lo suyo y máscaras con las que a veces cuesta respirar, quienes desfilan agradecen los ánimos bajo sus vestimentas de diablo, cóndor, toro y otros personajes.
Con tacones que desafían al equilibrio algunas de las integrantes de la morenada, cascabeles en los pies los miembros de caporales para acompañar el ritmo de la orquesta, o blanco impoluto desde el sombrero a los zapatos muchos músicos, la entrada carnavalesca es un derroche de color que cautiva.
"Lo mejor de Bolivia", advierten otros en sus enormes sombreros, mientras pasan entre el estallido de petardos y el humo de bengalas, sin que algunos momentos de una fina lluvia alteren los más mínimo el festejo.
Una Obra Maestra del Patrimonio Oral y Intangible de la Humanidad, según la Unesco, equiparable en Suramérica solo a unos pocos carnavales como el de Río de Janeiro en Brasil.
"Esta peregrinación empieza en octubre, cuando empezamos a preparar los trajes por amor a ella", expresó emocionada a Efe.
El público lo agradece y algunos pasan la noche en los graderíos para no perder los mejores sitios, desde los que jalean a bailarines y bandas musicales a su paso.
La celebración reúne a más de 450.000 personas, según el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia.
Desde niños a mayores, con vistosos trajes que pesan lo suyo y máscaras con las que a veces cuesta respirar, quienes desfilan agradecen los ánimos bajo sus vestimentas de diablo, cóndor, toro y otros personajes.
Con tacones que desafían al equilibrio algunas de las integrantes de la morenada, cascabeles en los pies los miembros de caporales para acompañar el ritmo de la orquesta, o blanco impoluto desde el sombrero a los zapatos muchos músicos, la entrada carnavalesca es un derroche de color que cautiva.
"Lo mejor de Bolivia", advierten otros en sus enormes sombreros, mientras pasan entre el estallido de petardos y el humo de bengalas, sin que algunos momentos de una fina lluvia alteren los más mínimo el festejo.
Una Obra Maestra del Patrimonio Oral y Intangible de la Humanidad, según la Unesco, equiparable en Suramérica solo a unos pocos carnavales como el de Río de Janeiro en Brasil.