Mundo - 25/1/21 - 11:15 AM
Disturbios y saqueos en Holanda por la imposición del toque de queda
Aún no hay datos oficiales sobre detenidos, pero la cifra supera los 300, según estimaciones facilitadas por las autoridades de diversos municipios afectados por las protestas.
El primer ministro neerlandés, Mark Rutte, tildó hoy de “violencia criminal” los disturbios y saqueos que convirtieron Países Bajos en escenario de una batalla campal entre policías y jóvenes amotinados contra el toque de queda, la primera restricción a la movilidad que se aplica contra la pandemia desde marzo y que llega a unas semanas de las elecciones legislativas.
LEE TAMBIÉN: Derecha pide salida de Jair Bolsonaro
Son grupos integrados por algunos cientos de jóvenes, pero que se repartieron a lo largo y ancho de Países Bajos, convocando protestas en redes sociales contra el toque de queda, vigente desde el sábado entre las 21.00 hora local (20.00 GMT) y las 4.30 (3.30 GMT).
Aunque en la práctica no afecta a la rutina social de un país donde se cena temprano y en el que toda la actividad no esencial está cerrada, Rutte, primer ministro en funciones desde hace diez días, no se había atrevido hasta ahora a restringir la movilidad sacando policías a la calle, y apostó siempre por apelar al “característico” sentido de la responsabilidad y "madurez social" de los ciudadanos, que haría que se confinasen por voluntad propia.
Pero este lunes el país amaneció con calles llenas de cristales rotos, comercios saqueados y un hospital apedreado por los manifestantes, que incendiaron un centro de prueba PCR, quemaron coches y contenedores; lanzaron piedras y fuegos artificiales a los agentes, destrozaron bicicletas, e interrumpieron el tráfico de vehículos y tranvías.
La Policía reaccionó con todos sus medios para dispersar las protestas, y utilizó cañones de agua, caballos, perros, gases lacrimógenos y porras.
Aún no hay datos oficiales sobre detenidos, pero la cifra supera los 300, según estimaciones facilitadas por las autoridades de diversos municipios afectados por las protestas.
El director del sindicato de la Policía neerlandesa, Koen Simmers, teme que lo ocurrido solo sea un “presagio” de lo que vendrá si continúan en vigor las restricciones vigentes desde mediados de diciembre y cree que el malestar social podrá durar “días o semanas”.
Rutte condenó este lunes lo ocurrido como “inadmisible” y “violencia criminal”, y subrayó que “cualquier persona normal solo puede ver con horror” esos disturbios, preguntándose “qué se le podría estar pasando por la cabeza” a los alborotadores.
“Estamos luchando contra el virus para recuperar nuestra libertad. El toque de queda sigue siendo necesario. No estamos aplicando estas medidas por diversión. Es el virus el que nos quita la libertad”, enfatizó, advirtiendo de que el confinamiento seguirá vigente al menos hasta el 9 de febrero.
EINDHOVEN, UNA DE LAS PEORES PARTES
Todavía no hay un balance oficial de detenidos, pero Países Bajos no ha visto una violencia similar en espacios públicos en 40 años, desde los enfrentamientos entre la policía y los okupas en los ochenta. “En Eindhoven, la situación se fue tanto de las manos que los alborotadores han atacado con cuchillos”, añadió Simmers.
Eindhoven se llevó una de las peores partes. Los antidisturbios trataron de dispersar la protesta de la plaza 18 Septemberplein con cañones de agua, y cuando este sistema se estropeó, usaron gases lacrimógenos, mientras recibían pedradas de los manifestantes.
Los alborotadores se dispersaron después por diferentes calles, destrozando mobiliario público y prendiendo fuego a coches y motos, y, una vez en la Estación Central, rompieron ventanas de comercios y entraron para salir con grandes bolsas o con las manos llenas de productos.
El alcalde de Eindhoven, John Jorritsma, llamó “la peor escoria del mundo” a los alborotadores, y alertó de que, si la sociedad no está “unida contra esto (la pandemia), estaremos de camino a una guerra civil”. Al menos 55 personas fueron detenidas al final de la noche.
En Ámsterdam, donde se declaró situación de emergencia municipal, los destrozos en el espacio público siguen visibles y al menos 217 personas fueron arrestadas tras horas de choques, incluidos siete menores, en una convocatoria a la que acudieron más de 1.500 participantes.
El alcalde de Tilburgo, Theo Weterings, condenó por "reprobable” e “inaudito” el comportamiento de los jóvenes que se dieron cita en el municipio, y subrayó que las tiendas afectadas “pertenecen a empresarios que ya lo están pasando mal” por el confinamiento. La policía detuvo a 19 personas en esta ciudad.
Al menos diez municipios tuvieron que hacer frente a un escenario similar. En La Haya, donde hubo al menos 18 arrestos, un agente tuvo que huir en su moto por las amenazas, y en Enschede han arrojado piedras contra un hospital y trataron de romper ventanas para acceder al edificio. “No son protestas; son los gamberros del coronavirus”, dijo Hubert Bruls, presidente de las juntas de seguridad regionales.
MES Y MEDIO PARA LAS ELECCIONES
Los políticos han condenado a lo largo de la noche la violencia contra los agentes, y han aprovechado para hacer campaña de cara a las elecciones legislativas del 17 de marzo.
El líder de la izquierda verde, Jesse Klaver, consideró “inaceptable lo que está pasando” y señaló a la ultraderecha por haber “incitado a la violencia” con una declaración de una facción del Partido de la Libertad (PVV) contra el toque de queda, algo que el populista Geert Wilders señaló como “¡Inaceptable, antidemocrático y francamente peligroso!”.
Los partidos del gobierno también reaccionaron. Gert-Jan Segers, líder de Unión Cristiana, habló de “una protesta descarrilada contra la política del coronavirus”; el liberal Klaas Dijkhoff lo llamó “un disturbio, un desastre lamentable”; y el progresista Sjoerd Sjoerdsma (D66) pidió a Wilders “parar esto de una vez”.
Desde los socialdemócratas (PvdA), Lilianne Ploumen instó a “detener y castigar a los perpetradores porque han ignorado el toque de queda, prendido fuego en centros de pruebas PCR, acosado y agredido a agentes, y han hecho la vida imposible a la prensa”. Un cámara de la televisión pública fue rociado en la cara con una sustancia corrosiva.
Por su parte, el líder de Foro para la Democracia (FvD), Thierry Baudet, instó a la gente a “rebelarse contra el toque de queda para poder recuperar juntos su libertad” porque es una “restricción inaceptable” el que “Rutte haya encerrado a Países Bajos” el fin de semana.
Son grupos integrados por algunos cientos de jóvenes, pero que se repartieron a lo largo y ancho de Países Bajos, convocando protestas en redes sociales contra el toque de queda, vigente desde el sábado entre las 21.00 hora local (20.00 GMT) y las 4.30 (3.30 GMT).
Aunque en la práctica no afecta a la rutina social de un país donde se cena temprano y en el que toda la actividad no esencial está cerrada, Rutte, primer ministro en funciones desde hace diez días, no se había atrevido hasta ahora a restringir la movilidad sacando policías a la calle, y apostó siempre por apelar al “característico” sentido de la responsabilidad y "madurez social" de los ciudadanos, que haría que se confinasen por voluntad propia.
Pero este lunes el país amaneció con calles llenas de cristales rotos, comercios saqueados y un hospital apedreado por los manifestantes, que incendiaron un centro de prueba PCR, quemaron coches y contenedores; lanzaron piedras y fuegos artificiales a los agentes, destrozaron bicicletas, e interrumpieron el tráfico de vehículos y tranvías.
La Policía reaccionó con todos sus medios para dispersar las protestas, y utilizó cañones de agua, caballos, perros, gases lacrimógenos y porras.
Aún no hay datos oficiales sobre detenidos, pero la cifra supera los 300, según estimaciones facilitadas por las autoridades de diversos municipios afectados por las protestas.
El director del sindicato de la Policía neerlandesa, Koen Simmers, teme que lo ocurrido solo sea un “presagio” de lo que vendrá si continúan en vigor las restricciones vigentes desde mediados de diciembre y cree que el malestar social podrá durar “días o semanas”.
Rutte condenó este lunes lo ocurrido como “inadmisible” y “violencia criminal”, y subrayó que “cualquier persona normal solo puede ver con horror” esos disturbios, preguntándose “qué se le podría estar pasando por la cabeza” a los alborotadores.
“Estamos luchando contra el virus para recuperar nuestra libertad. El toque de queda sigue siendo necesario. No estamos aplicando estas medidas por diversión. Es el virus el que nos quita la libertad”, enfatizó, advirtiendo de que el confinamiento seguirá vigente al menos hasta el 9 de febrero.
EINDHOVEN, UNA DE LAS PEORES PARTES
Todavía no hay un balance oficial de detenidos, pero Países Bajos no ha visto una violencia similar en espacios públicos en 40 años, desde los enfrentamientos entre la policía y los okupas en los ochenta. “En Eindhoven, la situación se fue tanto de las manos que los alborotadores han atacado con cuchillos”, añadió Simmers.
Eindhoven se llevó una de las peores partes. Los antidisturbios trataron de dispersar la protesta de la plaza 18 Septemberplein con cañones de agua, y cuando este sistema se estropeó, usaron gases lacrimógenos, mientras recibían pedradas de los manifestantes.
Los alborotadores se dispersaron después por diferentes calles, destrozando mobiliario público y prendiendo fuego a coches y motos, y, una vez en la Estación Central, rompieron ventanas de comercios y entraron para salir con grandes bolsas o con las manos llenas de productos.
El alcalde de Eindhoven, John Jorritsma, llamó “la peor escoria del mundo” a los alborotadores, y alertó de que, si la sociedad no está “unida contra esto (la pandemia), estaremos de camino a una guerra civil”. Al menos 55 personas fueron detenidas al final de la noche.
En Ámsterdam, donde se declaró situación de emergencia municipal, los destrozos en el espacio público siguen visibles y al menos 217 personas fueron arrestadas tras horas de choques, incluidos siete menores, en una convocatoria a la que acudieron más de 1.500 participantes.
El alcalde de Tilburgo, Theo Weterings, condenó por "reprobable” e “inaudito” el comportamiento de los jóvenes que se dieron cita en el municipio, y subrayó que las tiendas afectadas “pertenecen a empresarios que ya lo están pasando mal” por el confinamiento. La policía detuvo a 19 personas en esta ciudad.
Al menos diez municipios tuvieron que hacer frente a un escenario similar. En La Haya, donde hubo al menos 18 arrestos, un agente tuvo que huir en su moto por las amenazas, y en Enschede han arrojado piedras contra un hospital y trataron de romper ventanas para acceder al edificio. “No son protestas; son los gamberros del coronavirus”, dijo Hubert Bruls, presidente de las juntas de seguridad regionales.
MES Y MEDIO PARA LAS ELECCIONES
Los políticos han condenado a lo largo de la noche la violencia contra los agentes, y han aprovechado para hacer campaña de cara a las elecciones legislativas del 17 de marzo.
El líder de la izquierda verde, Jesse Klaver, consideró “inaceptable lo que está pasando” y señaló a la ultraderecha por haber “incitado a la violencia” con una declaración de una facción del Partido de la Libertad (PVV) contra el toque de queda, algo que el populista Geert Wilders señaló como “¡Inaceptable, antidemocrático y francamente peligroso!”.
Los partidos del gobierno también reaccionaron. Gert-Jan Segers, líder de Unión Cristiana, habló de “una protesta descarrilada contra la política del coronavirus”; el liberal Klaas Dijkhoff lo llamó “un disturbio, un desastre lamentable”; y el progresista Sjoerd Sjoerdsma (D66) pidió a Wilders “parar esto de una vez”.
Desde los socialdemócratas (PvdA), Lilianne Ploumen instó a “detener y castigar a los perpetradores porque han ignorado el toque de queda, prendido fuego en centros de pruebas PCR, acosado y agredido a agentes, y han hecho la vida imposible a la prensa”. Un cámara de la televisión pública fue rociado en la cara con una sustancia corrosiva.
Por su parte, el líder de Foro para la Democracia (FvD), Thierry Baudet, instó a la gente a “rebelarse contra el toque de queda para poder recuperar juntos su libertad” porque es una “restricción inaceptable” el que “Rutte haya encerrado a Países Bajos” el fin de semana.