Ejecutarán 4 violadores en India, pero el miedo entre las mujeres no se disipa
Fue una fría noche de diciembre de 2012 cuando la joven conocida como "Nirbhaya", subió con un amigo a un autobús en el sur de la capital india y allí fue violada y reiteradas veces por seis hombres y luego la arrojaron a la carretera con el vehículo aún en marcha.
La inminente ejecución este sábado de cuatro de los condenados por la violación en grupo y asesinato de una estudiante en 2012 en Nueva Delhi no disipa el miedo de las indias, temerosas aún cuando salen solas a la calle a pesar de que aquel caso generó una mayor concienciación social y más protección.
Fue una fría noche de diciembre de 2012 cuando la joven conocida como "Nirbhaya" ("Sin miedo", en hindi) subió con un amigo a un autobús en el sur de la capital india y allí fue violada y reiteradas veces por seis hombres, que primero se turnaron para abusar de ella y luego la arrojaron a la carretera con el vehículo aún en marcha.
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El amigo, al que también empujaron a la vía, sufrió heridas leves, mientras que la joven tuvo que ser ingresada de urgencia primero en un hospital de Nueva Delhi y luego trasladada a un centro en Singapur, donde moriría 13 días después.
El ciclo que comenzó en 2012, al que siguieron movilizaciones multitudinarias, el endurecimiento de la legislación contra los abusos sexuales y una mayor concienciación social, cierra un nuevo capítulo con la ejecución mañana de cuatro de los acusados -el quinto se suicidó en prisión y el sexto pasó un breve período en un reformatorio al ser menor de edad-, pero la problemática de las violaciones en la India está lejos de resolverse.
"Se asume que las personas serán disuadidas de cometer crímenes porque supuestamente conocen el castigo, que hacen un análisis de costo-beneficio antes de cometer el delito, y todos sabemos que no es así", afirma a Efe Neetika Vishwanath, miembro de Project 39A, una clínica legal que sigue de cerca los casos de pena de muerte.
Para la experta, esto sólo "disuadirá la denuncia en lugar del delito" y la solución pasa por "acabar con las raíces de la cultura de la violación", evitando normalizar conductas diarias de acoso.
SIEMPRE CON MIEDO
En la parada de Munirka, donde tomó su último autobús "Nirbhaya", hay varias mujeres que esperan al transporte público, pero lejos de la aparente normalidad de la situación al ser todavía temprano por la mañana, aseguran que no se sienten "tranquilas" ni "a salvo".
"No creo que haya ni una sola chica que no se haya tenido que enfrentar al acoso o abuso sexual. Especialmente viajando en autobús o incluso en metro (...) Es muy peligroso, es una experiencia que nos da miedo. El miedo sigue ahí desde (la violación de) 2012", dice a Efe Rubina Chodri, estudiante de un máster en Literatura inglesa.
Desde entonces "las chicas están más limitadas y hay una enorme presión social", añade a Efe la universitaria Ritika Negi.
"Tienes que perderte eventos como fiestas de la universidad que se alargan y tienes que volver a casa pronto, no hay seguridad ahí fuera", lamenta la joven de 20 años.
Para la también estudiante Sanjupta Deika "no es una cuestión de si es de día o de noche".
"Haga lo que haga la mujer, no está segura. Incluso si lleva ropa que le cubre todo el cuerpo le harán comentarios. No tenemos que cambiar la manera en que vestimos sino la manera en que pensamos", subraya esta estudiante de Sociología.
90 DENUNCIAS DIARIAS DE VIOLACIÓN
Según los datos del último informe de criminalidad del Ministerio del Interior, durante 2018 se registraron 33.356 denuncias por violación en la India, más de 90 diarias, y de todas las violaciones denunciadas, en un 93,9 % el acusado era conocido de la víctima.
De los casos llevados a juicio, solo un 27,3 % resultó en condena.
La abogada Tara Narula, miembro de la Asociación de Mujeres en Derecho Criminal, asegura a Efe que además estos datos no reflejan la realidad, ya que por un lado las familias de las víctimas muchas veces no denuncian los abusos por el estigma social; y por otro lado a menudo la policía ni siquiera accede a registrar las denuncias.
Pero algunas voces son más optimistas.
"La violencia sexual ha sido una larga lucha. Pero no estamos en el mismo lugar que estaban nuestras abuelas que no hablaban de ello en la familia o en la comunidad. Tenemos que seguir empujando, porque cuanto más presionemos más podemos esperar que cambien las cosas", remarca a Efe la directora de cine y activista por los derechos de la mujer Vani Subramanian. EFE