Mundo - 22/5/21 - 12:45 PM
Los cementerios mexicanos ven la luz al final del túnel de la pandemia
"Me da gusto que ahorita ha bajado esta situación y esperemos poder llevar una vida normal como la que llevábamos antes", dijo a Efe Juan Carlos Cruz, encargado de los hornos crematorios del Panteón de Nezahualcóyotl, en el área metropolitana de la Ciudad de México, la zona más afectada por la pandemia.
Las muertes diarias de covid en México han bajado hasta cifras que no se veían desde hacía más de un año, dejando atrás las escenas críticas que dejó la pandemia en los cementerios del país, donde enterradores y cremadores desean que nunca más se repita algo igual.
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"Me da gusto que ahorita ha bajado esta situación y esperemos poder llevar una vida normal como la que llevábamos antes", dijo a Efe Juan Carlos Cruz, encargado de los hornos crematorios del Panteón de Nezahualcóyotl, en el área metropolitana de la Ciudad de México, la zona más afectada por la pandemia.
BAJAN MUERTES Y CONTAGIOS
El coronavirus no ha sido nada indulgente con México, que durante meses fue el tercer país del mundo con más decesos, por detrás de Estados Unidos y Brasil, hasta que fue desbancado recientemente por la India.
Tras un primer pico en junio del año pasado y otro en enero, el país acumula casi 2,4 millones de contagios y más de 220.000 muertes, aunque las autoridades calculan que el número real de fallecidos superaría los 340.000.
Pero el país ya comienza a ver la luz al final del túnel, luego de que las muertes diarias de esta semana oscilaran entre las 253 y las 53, la menor cifra desde abril de 2020, cuando apenas comenzaba la pandemia.
"Hoy tenemos cinco servicios y de estos cinco ninguno ha sido de covid, el día de ayer sí tuvimos tres o cuatro", contó Juan Carlos, enfundado en un mandil ignífugo frente a uno de los dos hornos que tiene el cementerio de Nezahualcóyotl.
Este cremador, que luce un rostro más relajado que cuando fue entrevistado por Efe hace un año, aseguró que la situación "ha variado muchísimo".
"Gracias a Dios ya está bajando un poco todo esto de la pandemia. Tenemos un poco menos de trabajo. Aquí seguimos pero con todo esto de las vacunas y los cuidados ya ha bajado", explicó.
UN RECUERDO AMARGO
El cementerio de la populosa ciudad de Nezahualcóyotl, igual que los panteones de la vecina Ciudad de México, sigue cerrado al público y solo se permiten accesos para entierros o para visitas con cita previa.
El silencio sepulcral del lugar se interrumpe en muy contadas ocasiones por las trompetas de la banda musical que ameniza los funerales.
Poco que ver con el ir y venir de carrozas funerarias del año pasado, cuando había un servicio cada 30 minutos.
"Ahorita está todo tranquilo porque vienen espaciados, ya no vienen tan continuos. Antes era cada media hora", recordó para Efe María Teresa Álvarez, directora del panteón, que puso en marcha las incineraciones al comienzo de la pandemia.
En los momentos más duros recibían 15 cuerpos al día para incinerar en sus dos hornos, sin contar las inhumaciones, mientras que ahora como mucho hay siete, la mayoría de muerte natural.
"En este mes de mayo han disminuido en gran cantidad el número de inhumaciones e incineraciones", comentó la directora.
La situación puso entre las cuerdas a muchos panteones, como el de Valle de Chalco, también en el área metropolitana de la capital, donde las autoridades compraron un terreno adyacente porque se quedaron sin espacio para enterrar.
En el de Nezahualcóyotl hacían falta más manos pero pocos aguantaron el ritmo, y ahora solo quedan Daniel y Antonio ayudando a Juan Carlos a poner los cuerpos en los hornos, que llegan a los 1.000 grados.
"Es un trabajo muy difícil para mucha gente ya que no todos tienen el valor de manejar un cuerpo muerto o descompuesto. Me trajeron mucha gente para que me ayudara pero no duraban", comentó el cremador.
SIN BAJAR LA GUARDIA
Mientras otros países latinoamericanos atraviesan serios repuntes de la pandemia, México encadena cuatro meses de reducción de transmisión del virus y la capital se prepara para declarar el semáforo verde epidemiológico. Es decir, la fase de bajo riesgo de contagios y de mayor grado de apertura económica y social.
Las autoridades lo atribuyen al ritmo de vacunación en el país, donde se han aplicado 25,6 millones de vacunas de distintos laboratorios y 11,5 millones de los 126 millones de habitantes (alrededor del 10 %) han completado su esquema de vacunación.
"Es una combinación de factores que incluyen que mucha gente ya se debe haber contagiado, es inmune y no se contó porque no había pruebas", dijo a Efe Malaquías López, experto en salud pública, quien ve "un peligro latente" de un rebrote.
Juan Carlos, que al principio de la pandemia tuvo "miedo" de contagiarse e infectar a su familia, algo que no ha pasado, teme ahora que haya un repunte tras las elecciones intermedias del 6 de junio.
"Con las votaciones que habrá en México sí está medio crítico porque la gente no se cuida. Ya están las vacunas y se confían mucho", opinó este hombre acostumbrado a ver la muerte de cerca.
"Me da gusto que ahorita ha bajado esta situación y esperemos poder llevar una vida normal como la que llevábamos antes", dijo a Efe Juan Carlos Cruz, encargado de los hornos crematorios del Panteón de Nezahualcóyotl, en el área metropolitana de la Ciudad de México, la zona más afectada por la pandemia.
BAJAN MUERTES Y CONTAGIOS
El coronavirus no ha sido nada indulgente con México, que durante meses fue el tercer país del mundo con más decesos, por detrás de Estados Unidos y Brasil, hasta que fue desbancado recientemente por la India.
Tras un primer pico en junio del año pasado y otro en enero, el país acumula casi 2,4 millones de contagios y más de 220.000 muertes, aunque las autoridades calculan que el número real de fallecidos superaría los 340.000.
Pero el país ya comienza a ver la luz al final del túnel, luego de que las muertes diarias de esta semana oscilaran entre las 253 y las 53, la menor cifra desde abril de 2020, cuando apenas comenzaba la pandemia.
"Hoy tenemos cinco servicios y de estos cinco ninguno ha sido de covid, el día de ayer sí tuvimos tres o cuatro", contó Juan Carlos, enfundado en un mandil ignífugo frente a uno de los dos hornos que tiene el cementerio de Nezahualcóyotl.
Este cremador, que luce un rostro más relajado que cuando fue entrevistado por Efe hace un año, aseguró que la situación "ha variado muchísimo".
"Gracias a Dios ya está bajando un poco todo esto de la pandemia. Tenemos un poco menos de trabajo. Aquí seguimos pero con todo esto de las vacunas y los cuidados ya ha bajado", explicó.
UN RECUERDO AMARGO
El cementerio de la populosa ciudad de Nezahualcóyotl, igual que los panteones de la vecina Ciudad de México, sigue cerrado al público y solo se permiten accesos para entierros o para visitas con cita previa.
El silencio sepulcral del lugar se interrumpe en muy contadas ocasiones por las trompetas de la banda musical que ameniza los funerales.
Poco que ver con el ir y venir de carrozas funerarias del año pasado, cuando había un servicio cada 30 minutos.
"Ahorita está todo tranquilo porque vienen espaciados, ya no vienen tan continuos. Antes era cada media hora", recordó para Efe María Teresa Álvarez, directora del panteón, que puso en marcha las incineraciones al comienzo de la pandemia.
En los momentos más duros recibían 15 cuerpos al día para incinerar en sus dos hornos, sin contar las inhumaciones, mientras que ahora como mucho hay siete, la mayoría de muerte natural.
"En este mes de mayo han disminuido en gran cantidad el número de inhumaciones e incineraciones", comentó la directora.
La situación puso entre las cuerdas a muchos panteones, como el de Valle de Chalco, también en el área metropolitana de la capital, donde las autoridades compraron un terreno adyacente porque se quedaron sin espacio para enterrar.
En el de Nezahualcóyotl hacían falta más manos pero pocos aguantaron el ritmo, y ahora solo quedan Daniel y Antonio ayudando a Juan Carlos a poner los cuerpos en los hornos, que llegan a los 1.000 grados.
"Es un trabajo muy difícil para mucha gente ya que no todos tienen el valor de manejar un cuerpo muerto o descompuesto. Me trajeron mucha gente para que me ayudara pero no duraban", comentó el cremador.
SIN BAJAR LA GUARDIA
Mientras otros países latinoamericanos atraviesan serios repuntes de la pandemia, México encadena cuatro meses de reducción de transmisión del virus y la capital se prepara para declarar el semáforo verde epidemiológico. Es decir, la fase de bajo riesgo de contagios y de mayor grado de apertura económica y social.
Las autoridades lo atribuyen al ritmo de vacunación en el país, donde se han aplicado 25,6 millones de vacunas de distintos laboratorios y 11,5 millones de los 126 millones de habitantes (alrededor del 10 %) han completado su esquema de vacunación.
"Es una combinación de factores que incluyen que mucha gente ya se debe haber contagiado, es inmune y no se contó porque no había pruebas", dijo a Efe Malaquías López, experto en salud pública, quien ve "un peligro latente" de un rebrote.
Juan Carlos, que al principio de la pandemia tuvo "miedo" de contagiarse e infectar a su familia, algo que no ha pasado, teme ahora que haya un repunte tras las elecciones intermedias del 6 de junio.
"Con las votaciones que habrá en México sí está medio crítico porque la gente no se cuida. Ya están las vacunas y se confían mucho", opinó este hombre acostumbrado a ver la muerte de cerca.