Mundo - 02/1/21 - 11:15 AM
Un juez de EE.UU. rechaza un nuevo intento de revocar la victoria de Biden
Unos 140 republicanos en la Cámara Baja, como el congresista Mo Brooks, han asegurado que planean desafiar los votos electorales en algunos estados clave durante la sesión del Congreso del 6 de enero, según CNN, que cita a dos republicanos de la Cámara Baja.
Un juez de EE.UU. desestimó el viernes por la noche una demanda que busca otorgar al vicepresidente saliente, Mike Pence, una mayor autoridad para determinar el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre, que dieron la victoria al demócrata Joe Biden.
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La demanda había sido interpuesta por el legislador republicano por Texas Louie Gohmert, aliado del presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, y el objetivo era cambiar las normas para que Pence pudiera rechazar la victoria de Biden cuando el Congreso se reúna el 6 de enero para certificar los resultados.
El juez federal de Texas, Jeremy Kernodle, designado por Trump, desestimó la demanda al considerar que no se había demostrado que hubiera una base legal suficiente para abrir un proceso.
La demanda se centraba en el papel que a Pence le tocará desempeñar el próximo 6 de enero, cuando tendrá que presidir una sesión del Congreso para ratificar la victoria de Biden sobre Trump y que supone el último paso en el proceso de certificación del resultado electoral.
Normalmente, el papel del vicepresidente en esa ceremonia es puramente simbólico, como está estipulado en la Ley sobre Conteo Electoral de 1887.
Sin embargo, en su demanda, Gohmert pedía que se declarara inconstitucional parte de esa norma de 1887 porque, a su juicio, chocaba con la Enmienda Duodécima de la Carta Magna del país sobre "los mecanismos exclusivos de resolución de disputas", que, según el escrito judicial, incluía que "el vicepresidente Pence determine qué lista de votos de los compromisarios cuenta o no por cada estado".
El pasado 14 de diciembre, el Colegio Electoral de EE.UU. confirmó oficialmente a Biden como próximo presidente y ratificó lo que los medios de comunicación habían pronosticado hace más de un mes: que Trump perdió las elecciones y tendrá que abandonar la Casa Blanca el 20 de enero.
Sin embargo, Trump no ha reconocido su derrota en los comicios y ha presentado decenas de demandas fallidas para cuestionar sin pruebas el resultado en varios estados clave donde ganó Biden, además de haber presionado a funcionarios estatales para que manipularan lo votado por los estadounidenses.
Unos 140 republicanos en la Cámara Baja, como el congresista Mo Brooks, han asegurado que planean desafiar los votos electorales en algunos estados clave durante la sesión del Congreso del 6 de enero, según CNN, que cita a dos republicanos de la Cámara Baja.
Además, el senador republicano Josh Hawley anunció esta semana que se opondrá a la ratificación de la victoria de Biden.
No obstante, para invalidar el resultado en uno o varios estados, los republicanos tendrían que superar una votación de ambas cámaras, algo que en la práctica es imposible porque los demócratas, el partido de Biden, controlan la Cámara Baja.
Por tanto, no hay ninguna perspectiva de que la votación en el Congreso cambie el resultado de las elecciones, pero sí obligará a cada legislador republicano a mostrarse a favor o en contra de la batalla de Trump contra lo votado, una última prueba de lealtad que promete llenar de tensión al partido.
La demanda había sido interpuesta por el legislador republicano por Texas Louie Gohmert, aliado del presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, y el objetivo era cambiar las normas para que Pence pudiera rechazar la victoria de Biden cuando el Congreso se reúna el 6 de enero para certificar los resultados.
El juez federal de Texas, Jeremy Kernodle, designado por Trump, desestimó la demanda al considerar que no se había demostrado que hubiera una base legal suficiente para abrir un proceso.
La demanda se centraba en el papel que a Pence le tocará desempeñar el próximo 6 de enero, cuando tendrá que presidir una sesión del Congreso para ratificar la victoria de Biden sobre Trump y que supone el último paso en el proceso de certificación del resultado electoral.
Normalmente, el papel del vicepresidente en esa ceremonia es puramente simbólico, como está estipulado en la Ley sobre Conteo Electoral de 1887.
Sin embargo, en su demanda, Gohmert pedía que se declarara inconstitucional parte de esa norma de 1887 porque, a su juicio, chocaba con la Enmienda Duodécima de la Carta Magna del país sobre "los mecanismos exclusivos de resolución de disputas", que, según el escrito judicial, incluía que "el vicepresidente Pence determine qué lista de votos de los compromisarios cuenta o no por cada estado".
El pasado 14 de diciembre, el Colegio Electoral de EE.UU. confirmó oficialmente a Biden como próximo presidente y ratificó lo que los medios de comunicación habían pronosticado hace más de un mes: que Trump perdió las elecciones y tendrá que abandonar la Casa Blanca el 20 de enero.
Sin embargo, Trump no ha reconocido su derrota en los comicios y ha presentado decenas de demandas fallidas para cuestionar sin pruebas el resultado en varios estados clave donde ganó Biden, además de haber presionado a funcionarios estatales para que manipularan lo votado por los estadounidenses.
Unos 140 republicanos en la Cámara Baja, como el congresista Mo Brooks, han asegurado que planean desafiar los votos electorales en algunos estados clave durante la sesión del Congreso del 6 de enero, según CNN, que cita a dos republicanos de la Cámara Baja.
Además, el senador republicano Josh Hawley anunció esta semana que se opondrá a la ratificación de la victoria de Biden.
No obstante, para invalidar el resultado en uno o varios estados, los republicanos tendrían que superar una votación de ambas cámaras, algo que en la práctica es imposible porque los demócratas, el partido de Biden, controlan la Cámara Baja.
Por tanto, no hay ninguna perspectiva de que la votación en el Congreso cambie el resultado de las elecciones, pero sí obligará a cada legislador republicano a mostrarse a favor o en contra de la batalla de Trump contra lo votado, una última prueba de lealtad que promete llenar de tensión al partido.