Mundo - 29/6/18 - 04:15 PM

Visita de Pence a Centroamérica no frenará la inmigración a Estados Unidos

Nada parece detener a hondureños, guatemaltecos y salvadoreños en su intento de querer huir de un sistema desigual que solo produce, y reproduce, pobres.

 

Por: Guatemala / EFE -

La visita del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, a Centroamérica no frenará la migración irregular mientras los países del Triángulo Norte, una de las zonas más pobres y violentas del mundo, no creen condiciones de vida para una gente que huye despavorida en busca de un futuro.
Tampoco lo hizo la de su predecesor Joe Biden en 2014. Ni la del presidente George W. Bush en 2007. Las razones que motivaron a ambos eran las mismas que enviaron a Pence este jueves a Guatemala: acabar con el éxodo migratorio centroamericano, que sigue en aumento.
Solo en los primeros seis meses del año, 150.000 guatemaltecos, salvadoreños y hondureños han llegado a la frontera sur de Estados Unidos. Una cifra que elevó la preocupación en la administración de Donald Trump y que, para atajarla, emprendió una serie de medidas conocidas como "Tolerancia Cero".
Pero entre estos preceptos hubo uno que dio la vuelta al mundo: separar a los menores de sus padres y sus familiares y encerrarlos en jaulas mientras no concluía su proceso de deportación. Solo esta decisión, que causó una conmoción mundial, provocó que Honduras, Guatemala y El Salvador elevaran el tono de sus críticas.
Los tres países, que conforman una de las zonas más violentas y pobres del mundo -el Triángulo Norte de Centroamérica-, se unieron para criticar esa postura, pero tienen que ser conscientes de que mientras no creen prosperidad y seguridad la gente seguirá escabulliéndose para perseguir la hipérbole del sueño americano.
Los Estados se han centrado en combatir la criminalidad y en dificultar el desplazamiento en la conocida como "segunda frontera" -el Triángulo Norte de Centroamérica-, sin entender las necesidades de la migración. Pero construir barreras para migrantes y refugiados solo empeora la crisis humanitaria y fortalece las redes ilegales.
Aún así esas fueron las recomendaciones que el vicepresidente Pence le hizo a los presidentes de Honduras, Juan Orlando Hernández; El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, y Guatemala, Jimmy Morales, para frenar el "éxodo migratorio": combatir la criminalidad y el narcotráfico o reforzar su presencia en las fronteras.
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Estos puntos son necesarios, según la analista de Crisis Group Sofía Martínez, pero pide no olvidar un enfoque más efectivo cuyos ejes se centren en la prevención del delito, el reforzamiento institucional y la lucha contra la corrupción, a su juicio la gran ausente de la reunión de este jueves.
La administración de Donald Trump, explica a Efe, "está centrada en la seguridad", pero ese enfoque lo que ha producido es que "el monstruo de las pandillas y el narcotráfico se vuelva más grande", lo que genera un futuro aún "más gris", porque las deportaciones masivas anunciadas "no solucionarán nada" si Estados Unidos no asume que debe ser parte fundamental de esta solución.
Fueron ellos, agrega, "los que exportaron el fenómeno de las pandillas". Una opinión que comparte el analista político y excanciller Edgar Gutiérrez, que asegura que Estados Unidos solo se está centrando en la "parte represiva", que cualquiera puede anticipar que "va a fracasar e incrementar el dolor" de las familias.
"Si su objetivo es contener la inmigración no lo va a lograr mientras no se cree desarrollo. La causa de la inmigración es la falta de expectativas y en tanto que esto no se logre atender debidamente la gente va a seguir sufriendo", proclama, y recuerda el alto coste humano y la ruptura del tejido social que están pagando estos tres países.
Es por ello que pide volver a revisar las propuestas y analizar, a fondo, las causas de la exclusión de los inmigrantes en sus países de origen: "Hacer más de lo mismo solo provocaría que a la macreconoemía le vaya bien y a la gente le siga yendo mal".
El ritmo de crecimiento económico de El Salvador, Guatemala y Honduras ha sido bajo y desigual y no ha permitido generar un cambio sustancial en la oferta de oportunidades de progreso para una población predominantemente joven y que está en aumento.
Es así como este crecimiento no inclusivo, la falta de opciones y el desbordamiento de la violencia e inseguridad se han convertido en los principales motores de la emigración.
Nada parece detener a hondureños, guatemaltecos y salvadoreños en su intento de querer huir de un sistema desigual que solo produce, y reproduce, pobres. Seguirán intentado llegar a Estados Unidos para cumplir su sueño: escapar del terror y la desesperación.

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