Nacional - 21/3/23 - 12:00 AM

China: el puente roto entre Rusia y Ucrania

 

Por: Por: Euclides E. Tapia / Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá -

Luego de la impactante noticia de la emisión por parte de la Corte Penal Internacional de una orden de detención contra Vladimir Putin, la novedad que acapara la atención internacional no puede ser otra, que la visita de Xi Jinping a Moscú, en medio del lanzamiento previo de una “propuesta de paz” de China en relación la guerra entre Rusia y Ucrania. Para nadie es un secreto que China fue el único país del planeta, que previamente fue informado de la invasión a Ucrania; toda vez que esa fue la verdadera razón del viaje de Putin a China, en ocasión de la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno en Beijín, a pocos días del acto de fuerza militar.

Es evidente que la visita de Putin entonces, fue para buscar el apoyo incondicional de China, a la arriesgada aventura militar que emprendería, prometiéndole a Xi Jinping, que realizaría una blitzkrieg o guerra relámpago, consistente en un paseo de tres días por Ucrania, a lo largo del cual el pueblo ucraniano aclamaría a los soldados rusos como liberadores del nazismo y que culminaría con un triunfante desfile en la avenida Jreshchátik, en Kýiv, que haría palidecer a la que en 1938 hizo Hitler en Viena, cuando consumó el Anschluss o Unión de Austria con Alemania.

No obstante, resultó que transcurrió un año y Putin no pudo honrar su promesa y lo que es peor, terminó moviendo en contra de China y Rusia placas tectónicas, que darían al traste con el orden estratégico mundial existente, como lo son la expansión adicional de la OTAN con el ingreso de Suecia y Finlandia a la misma y el rearme de Alemania y Japón. En paralelo, como si eso no bastara, a la fecha, en medio de la escalada bélica del conflicto, se evidencia la incapacidad de Moscú de imponerse militarmente por medios convencionales, ante la resistencia del pueblo ucraniano y del apoyo Occidental con armamento cada vez más sofisticado, capaz no solo de detener la ofensiva rusa, sino de expulsar al invasor de su territorio. Tal incontestable realidad, conmina a China, a salir a la palestra, ante la disyuntiva de prestar auxilio militar a su partner, o promover una iniciativa, que reflote la posibilidad de un arreglo pacífico al conflicto.

Con todo, la situación de hoy no es igual a la del inicio de la invasión, momento en el cual, Ucrania se encontraba acorralada por la aplastante superioridad militar rusa. La realidad actual se vislumbra como una encarnizada y peligrosa lucha, con visos de escalar e incluso con posibilidades de derrame, lo que aconseja una negociación, solo que en condiciones muy diferentes a las del inicio de la actual guerra. En efecto, hoy es Rusia la que busca un acuerdo por interpósito Estado, que en este caso es China, que ante la disyuntiva de terminar siendo objeto de sanciones por Occidente, en caso de proveer ayuda militar a Rusia y estimulada por la exitosa gestión para lograr el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, decide tomarse en serio el papel de promotor de buenos oficios.

A primera vista, la acción china pareciera encomiable, sin embargo, no es posible olvidar que sale en auxilio de su aliado justo en una coyuntura militar favorable a Rusia, la cual mantiene ocupado gran parte del territorio ucraniano, lo que significa que su gestión ni es casual, ni es incuestionable, porque en el fondo lo que intenta es apuntalar un status quo territorial ilegal, toda vez que su propuesta no exige la retirada rusa de los territorios ocupados, como condición sine qua non, para iniciar una negociación, sino que al contrario, apuntala la actual condición ventajosa de Rusia en el terreno.

Ciertamente, lo único novedoso de la propuesta china, que aun está por constatarse, sería determinar si logra sentar sobre nuevas bases, la negociación entre las partes. Ello es así, porque se presume que éstas deberán diferenciarse de las abortadas negociaciones anteriores, en las cuales Moscú impuso, primero, que se realizaran en territorio no neutral, es decir en la beligerante Belarús y segundo, algo insólito, mantener la guerra por su parte en curso, ello es, sin mediar un alto al fuego, mientras se desarrollaba la negociación para facilitar la imposición de un ultimátum.

La situación de entonces evolucionó, desde la exigencia del reconocimiento por Ucrania de la soberanía rusa en Crimea y de la independencia de las prefabricadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, a lo que hasta la reciente propuesta china, de que Rusia no se sentaría a la mesa de negociación, a menos que Ucrania previamente aceptara la realidad sobre el terreno, develando el objetivo real de la invasión, el cual es apoyado por los partidos nazis, comunistas y fascistas de todo el mundo y de la propaganda china en su país, que como en su momento afirmó el premio nobel sudafricano, Desmond Tuto, eligieron el lado del opresor; por declararse “neutral”, en una situación de injusticia, al reproducir lo que la maquinaria de desinformación rusa difunde, pero que en esta oportunidad dejo al descubierto, que la guerra contra Ucrania, no se debía a la existencia de ningún régimen nazi en Kýiv , que ha tenido seis presidentes electos, (argumento fatuo, porque de ser así, Estados Unidos podría esgrimir el mismo racionamiento contra Cuba, porque es socialista), sino que simplemente era una guerra de rapiña dirigida a tomarse manu militari, territorios ucranianos que por 100 años (1922-2022) pertenecieron a Ucrania y que como tal fueron reconocidos por Rusia, como lo son: Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón.

Tal estado de cosas mutaría hoy, en la medida que China lograra sentar a Rusia a la mesa de negociaciones, con la proclamación pública de Moscú, de hacer concesiones de fondo. Sin embargo, la diligencia china, se demuestra lisiada, y hasta con visos de trampa, ya que la misma parte la premisa rusa de que Ucrania se debe sentar a negociar admitiendo la desfavorable realidad militar existente y ante la altísima posibilidad de que, al no ceder Rusia en sus pretensiones, el advenimiento chino le permita acumular tiempo para su reagrupación y rearme.

En otros términos, el papel chino en este conflicto no parece desinteresado, sino que más bien puede interpretarse como que está dirigido a favorecer a Rusia por partida doble, lo que se compadece con la cereza del pastel, es decir, con el trato desigual que Jinping le dispensa a Putin, a quien personalmente visita y la videoconferencia que le propone a Zelenski, augurándose con ello que la sugerencia china se descarrile, por nacer con defectos genéticos.

En efecto, la hoja de ruta china denominada: Documento de posición para una solución política de la crisis ucraniana, de antemano fue recibido con reticencia por la Unión Europea, por no exigir de manera puntual, como lo hace la Asamblea General de la ONU, el retiro de antemano de Rusia de los territorios ucranianos ocupados y peor aún, colocar en el mismo plano al agresor y al agredido, con el subterfugio de que la invasión rusa a Ucrania se produjo, porque Occidente no aceptó, la exigencia rusa de replegar la OTAN a las fronteras de 1997, cuando hasta el más despistado en política internacional, es consiente que ello implicaría, que Rusia impusiera por la fuerza en la tercera década del siglo XXI, la doctrina Brèvnev de soberanía limitada a todos los Estados de Europa Central y del Este, que en el siglo pasado, estuvieron bajo el control de la Unión Soviética.

Por otro lado, aparte de la discusión sobre Ucrania, la visita es crucial, pues se desarrolla en un entorno que compromete seriamente la seguridad en el Indo Pacífico, por lo que es evidente que la visita de Jinping a Moscú, apunta a la formalización de vínculos que profundizarán la alianza militar de facto existente entre ambos países y la diplomacia siamesa que promueven internacionalmente. Tal es la importancia de la visita, que en ella aparecen temas de obligatorio abordaje que tendrán que ser revisados. Entre los que destaca: el fortalecimiento de los diques de contención militar estadounidenses contra China, como la maduración del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral o QUAD entre Estados Unidos, India, Japón y Australia, que desarrolla ejercicios militares conjuntos y el fortalecimiento de las capacidades conjuntas e inter operabilidad más profunda, que procura la alianza militar AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos).

Se suma a lo anterior, los nuevos acuerdos y compras de armamentos, como la dotación por Australia de cinco submarinos de ataque de propulsión nuclear, misiles de largo alcance para aviones y buques y entre 58 y 100 aviones de combate F-35; para enfrentar el rearme chino, que este año aumentará su gasto militar en más de un 7% y los esfuerzos de Estados Unidos e Inglaterra y sus aliados en el Indo Pacífico, de afrontar las demostraciones de fuerza del elefante blanco, que hay en el Archipiélago Spratly entre Filipinas y Vietnam, y sus planes de implementar en Asia, una Doctrina Monroe con “características chinas”, al igual que a las amenazas de invasión a Taiwán, la aplicación del Acuerdo de Cooperación Reforzada en materia de Defensa (EDCA) y la construcción de cuatro nuevas bases militares de los Estados Unidos en Filipinas y al apoyo incondicional de China y Rusia a las aventuras bélicas de Corea del Norte.

Otros temas de vital importancia serían: el rearme fáctico japonés, y la posible reforma del artículo 9 de su constitución, la construcción de la nueva base en la isla de Mage con instalaciones militares para albergar los portaviones estadounidenses y muy en particular, el reciente acuerdo de reconciliación entre Corea del Sur y Japón, luego de la cumbre Yoon- Kishida, pésimamente acogido por China, ante el temor de que ello despegue el camino para la incorporación de Corea del Sur al AUKUS. Por si ello no bastara, en tal reunión cumbre se tendrá que calibrar el significado del Acuerdo de Acceso Reciproco 8+(RAA) entre Japón e Inglaterra de fusión de planes de combate y despliegue de fuerzas en el suelo del otro y la reciente aprobación de la venta de armamento de los Estados Unidos a Taipéi por valor de 1.100 millones de dólares, en base a la política de ambigüedad estratégica y la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, que obliga a Washington a la venta de armamento a Taiwán para la autodefensa de la isla en caso de amenaza de ataque armado por parte de China.

Por último y no menos importante, estará en la mesa de discusión, la cuestión del rearme naval y aéreo del mayor importador de armas del mundo: India, que reemplaza a Rusia como su principal suplidor de armamentos en favor de Francia y los Estados Unidos, el cual intenta venderle aviones de combate de quinta generación F-35, que de concretarse significarían un serio reto para China. En resumen, esta visita de Xi Jinping a Putin a un año de la invasión no provocada de Rusia a Ucrania, tendrá que ser valorada como histórica, ya que consolidara la condición de Rusia como Estado satélite de Beijín, escaño previo a su futuro estatus de colonia; cuyo lamentable corolario en este siglo será, en palabras premonitorias de Kissinger, el deslizamiento de las fronteras de China a Europa.

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