De grito en grito
Se crispa el ambiente ante una época electoral que se tiñe de aburrimiento y una veda que, más que guardiana o aval de un proceso corto y sin ruido, se ha convertido en el marco para que se escuche el silencio.
A propósito de la conmemoración del Grito de La Villa en 1821 poniendo fin al vínculo con la Corona española y que se propagó por varias otras zonas afianzando la expresión pura de nacionalidad. Si Rufina Alfaro existió y fue la portadora del mensaje separatista, siempre está en la duda de historiadores y estudiosos de los acontecimientos de aquella fecha. Sin embargo, soy del criterio que los pueblos también se alimentan de historia, mitos, leyendas, personajes de pueblos que con sus cuentos y anécdotas, algunas de gran humor pueblerino, forjan y forman en su conjunto la historia que año tras años conmemoramos en conjunto y acompañadas de dianas, desfiles y exposiciones varias del tributo en honor de la patria.
Pero el 10, en La Villa, también hubo un grito. El de Marcelino Ruiz, a quien no conozco, pero que lo definen como viejo sindicalista, luchador y folclorista y, de frente, hizo su grito heroico y ahora histórico frente al presidente de la República que, enojado, irritado y de manera prepotente, lo arrestó y multó con $300. El grito contenía, a mi juicio, algo que como frase ya Fonseca Mora patentó frente al Avesa, aunque por razones bien lejos de estas efemérides. Marcelino Ruiz gritó: "Que me parta un rayo si Varela no está implicado en el caso Odebrecht". Ese grito representó un gesto y un sentimiento de frustración sobre este caso en el que la justicia selectiva se ha puesto sus mejores galas y ha desfilado desafiante por las calles de la ignominia y del servilismo. Si Varela está o no pringado o embarrado, pronto se sabrá, pero pululan cercanos a él confesos colaboradores que so pretextos varios patentaron una vulgar coima con el seudónimo de "donación" y que, a su vez, ha servido para que esa justicia dirigida mire hacia otro lado y a punta de comunicados absurdos y llenos de embustes, no haga nada con respecto a todo aquel que sea o huela a Gobierno o a PRD en gobernabilidad.
Mi amigo y distinguido periodista Julio Bermúdez Valdez, en redes, mencionó: "Marcelino solo dio el primero de muchos gritos que anidan en el pecho de mucha gente, pero ante el cual esta vez Varela no pudo mantener la candidez con que hasta ahora ha respondido a muchas preguntas. Esta vez mandó a arrestar al santeño que gritó, que como muchos nacionales, está insatisfecho con una administración de justicia que es rigurosa para unos y genuflexa para otros... Ha reprimido una forma tradicional de protesta... sentando precedente no solo por su altanería, por el rencor y el tono vengativo de sus acciones".
Coincido con Bermúdez en su análisis. Este ha sido el primero de muchos gritos que enfrentará Varela en este su tramo final angustioso y cargado de odios populares junto a su equipo de incapaces, metafóricamente autodenominados "decentes". El pueblo aguarda el momento para expresarse. Si costará $300 el grito, lo pagaremos con gusto. Total, son muchos $300 los que ya hemos perdido en este quinquenio vengativo que paralizó al país. Pero el grito de Marcelino es de gran simbología en un momento en que contamos horas y minutos para el final de este gran desastre nacional presidido por Varela.
¡Mientras, el reloj sigue su marcha y cada día que pasa es uno menos de todos ellos allá!