El calvario de una doctora
Una doctora panameña y ex paciente de Covid-19 hizo un llamado a las autoridades de Salud del país y a sus colegas en torno al tratamiento de los enfermos del nuevo coronavirus, destacando que su experiencia internada en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) la ha llevado a intuir que no todas las personas que oficialmente han sido contabilizados como víctimas del Covid, murieron realmente por la enfermedad, sino por fallas de atención en momentos cruciales.
"El matricular al paciente con una causa de muerte incorrecta, sólo porque está contagiado con Covid, da lugar a tapar irregularidades y libera de responsabilidades a quienes en sus comportamientos, ejercicio de sus funciones y decisiones... pudieron hacer algo mejor por esa vida; incluyendo a las autoridades, gobernantes, personal y a la misma población", advirtió la doctora Jenny Roselin Sittón Ábrego, en un mensaje subido a su Facebook.
El mensaje de Sittón pone de relieve la gravedad de la situación en las UCI, el cansancio del personal de salud y el enorme volumen de pacientes graves, en momentos en que al país ha llegado un refuerzo de 230 especialistas cubanos para apoyar en la lucha contra el Covid-19.
La doctora confesó que la enfermedad se llevó a sus padres, y que a ella la puso al borde de la muerte. También contó que en un momento de su convalecencia, fueron sus conocimientos en medicina que la ayudaron a reconocer que estaba a punto de morir por un cuadro relacionado a su diabetes, más que por la nueva enfermedad.
"Estoy segura que muchas de las muertes están ligadas al temor de enfermar, a no examinar al paciente, a no preguntar, o bien a simplemente a no escucharlo", reflexionó Sittón.
"La sala de Covid en el Regional, es como estar en un hotel 5 estrellas, con poco personal, de todas las áreas", cuenta. "
Relató que una noche, sufrió un cuadro de hipoglicemia, y aunque tocó el timbre para llamar a un enfermero, éste no se apareció.
"...sabía que estaba alejándome de la vida, recordé que en mi cartera tenía sobres de azúcar, y aunque mi cartera estaba sobre la sabana que cubría mis pies, ya no tenía fuerzas para agarrarla; así que con 4 de mis dedos de mi mano derecha empecé a halar la sábana, como rascándola; cuando por fín tenía cerca la cartera, metí mi mano lentamente y saqué un sobrecito de azúcar... sentía que pesaba una tonelada, hice un gran esfuerzo y lo llevé a mi boca... entre la saliva y los dientes logré romper el sobre y sentir lo dulce en mi lengua... creánme... sentí la gloria... hasta el papel me tragué".
En total fueron 8 sobres de azúcar que pudo tomarse....también rebuscó parte de la comida que había lanzado al tinaco: 2 vasos con crema y tres panqueques.
"Tiempo después llegó el enfermero, me dijo: me llamó Dra, dígame en que le puedo ayudar? Le respondí: casi encuentras un cadáver, me hipoglicemié", cuenta Sittón.
El enfermero le explicó que no había podido llegar porque estaba ayudando a intubar a otro paciente.
"Esto es una pequeña parte de lo que experimenté; como médico pude hacer cosas para sobrevivir... pero ¿cuántos médicos hay entre los que hospitalizan? ¿Cuántos pacientes han pasado por situaciones similares? ¿Cuántos quedaron sin oxígeno en el servicio o se durmieron y el catéter se movió y dejaron de recibir oxígeno; ¿cuántos habrán hecho hipoglicemias y no tenían azúcar en su cartera?", escribió.
"Definitivamente... es una pena que los expedientes tampoco sean una evidencia de lo que ocurre realmente con cada paciente. Entre tantos pacientes y el cansancio, el tiempo se hace muy corto para escribir todo lo que pasa... pero pasa".
"Me parece incorrecto matricular el covid como causa de muerte, si realmente no fue así... estoy segura que eso hubiese dicho mi certificado de defunción...".
El escrito reporta además la demora en la distribución de la comida los pacientes.
Aun así, la doctora se mostró agradecida con el personal que la atendió a ella y a sus difuntos padres.
"Ví como el agotamiento se apoderaba de otros, haciéndolos sonámbulos durante la atención... pero JAMÁS olvidaré cuántas veces recordé mis clases de Propedéutica Clínica del Dr Plinio Valdéz, en donde nos decía "toquen al paciente, escúchenlo; el que no mete el dedo mete la pata, los exámenes son de apoyo diagnóstico no para diagnosticar; la historia y el examen clínico dan el 85% del diagnóstico... ningún laboratorio es más certero que su paciente, la clínica impera, siempre pregunten y aprendan a escuchar"... cuando veía como el temor a enfermar de mis colegas los hacía olvidar esto... y realmente no los culpo... los entiendo, una enfermedad nueva y mortal para algunos, sin tratamiento específico, y con carencia de equipos de protección; pero no es que sea correcto".