Jóvenes presos cuentan los días para confesarse con el papa
Rodrigo nunca le ha contado a un sacerdote que su primer trabajo como sicario lo realizó con tan solo 12 años y asegura que la posibilidad de confesarse con el papa Francisco, cuando el pontífice visite en enero este centro de detención de menores en Panamá, apenas le deja conciliar el sueño.
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Sentado frente a un caballete en el aula de pintura y rematando una acuarela, el joven lleno de tatuajes reconoce que el viaje del papa le está ayudando a "ver las cosas de otro modo" y a superar la reciente muerte de su hermano a manos de una pandilla rival. Sus custodios aseguran que cada vez habla menos de "venganza".
"Mi madre está muy feliz, no se cree que vaya a estar tan cerca del papa", apuntó en declaraciones a Acan-Efe mientras jugueteaba con un rosario de plástico que llevaba al cuello.
El Centro de Cumplimiento de Menores de Pacora, al noreste de la capital panameña, será uno de los)lugares que recorrerá el papa durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ, un evento que cada tres años reúne al pontífice con jóvenes de todo el mundo y que se celebrará por primera vez en Panamá del 22 al 27 de enero de 2019.
"El papa viene a buscar gente que de verdad necesita ser tocada. Va a confesar a tres chicos de extrema peligrosidad y Rodrigo (nombre ficticio por motivos de seguridad) es uno de los que hemos propuesto", indicó la responsable de los centros de detención de menores de Panamá, Emma Alba.
El papa dará una misa en una pequeña y diáfana estructura a la entrada del centro, que funciona como capilla y que un grupo de jóvenes se afana estos días en decorar y pintar bajo un inclemente sol. Otro puñado de menores toca la guitarra en una esquina y ensaya un tema religioso que se cantará durante el evento.
Tras la liturgia, Francisco escuchará a tres adolescentes en uno de los confesionarios de madera que han fabricado los reclusos de un penal contiguo para adultos.
Fernando, detenido desde hace tres años por intento de homicidio pero a punto de salir en libertad, se cubre la cabeza con una camiseta para resguardarse del sol mientras pinta el logotipo de la JMJ en una de la paredes de la capilla.
"Cuando salga continuaré con mi vida, pero a lo bien. Cometí un error, me reformé y voy a salir adelante", afirmó convencido este joven que no es católico, pero que dice estar igualmente ilusionado porque "el papa es una de las personas más importantes del mundo".
"En este penal proliferan los evangélicos, pero les hemos dicho que el papa no viene solo a ver a los creyentes, viene a trasladarle un mensaje de paz a la juventud. Muchos de nuestros muchachos han empezado a creer que ver al papa puede llegar a transformar sus vidas", apuntó la funcionaria en declaraciones a Acan-Efe.
Jean Carlo, otro de los chicos del taller de pintura, acaba su condena una semana antes de la visita del papa, pero ha pedido permiso a la dirección del penal para volver ese día: "Ojalá me dejen asistir a su misa", manifestó.
Los jóvenes reclusos, la mayoría de ellos antiguos miembros de pandillas, le están preparando al pontífice varios obsequios, entre los que hay un cuadro con motivos alusivos a Panamá, un bastón de madera, un reposapiés y un pan elaborado con una receta típica de Argentina, su país de origen.
"Se va a ir con las manos bien llenas de regalos. Los muchachos están trabajando con mucho amor", afirmó por su parte la directora del centro, Lidia Castañeda.
La visita de Francisco ha generado un inmenso interés no solo en Panamá sino en todo Centroamérica, ya que el último pontífice que viajó a la región fue Juan Pablo II en 1983.
La agenda del papa incluye además misas masivas, encuentros con peregrinos y voluntarios, reuniones con el Gobierno panameño y el obispado centroamericano y una visita a un albergue social. AC