Llanto, típico y Old Parr a pico de botella en funeral de Adelith en Macaracas
Las lágrimas, los gritos de dolor, las notas musicales y el canto se fundían al mismo tiempo. Eran las 12:45 p.m.
Ríos de lágrimas y de whisky Old Parr corrieron ayer en el poblado de Macaracas, durante las honras fúnebres de Adelith Itzel Samaniego, quien el viernes 18 de septiembre fue asesinada por cuatro sicarios con armas automáticas, frente al mercadito Buko Market de Bella Vista, en la ciudad capital.
Las especulaciones sobre la corta vida de Adelith han sido la comidilla en redes sociales. Pero para los cientos de familiares, amigos y coterráneos que la despidieron con fuegos artificiales y música típica, solo existe una realidad: ella era una benefactora de los macaraqueños, y su partida de este mundo ocurrió porque estuvo en el momento y el lugar equivocados.
"Mire esto, el pueblo lo dice todo", dijo a Crítica Roger Vigil, hermano de Adelith. "¿Usted cree que una persona que catalogan ahora de que era narco y era tal, y tal, y tal, personas humildes como las que hay aquí la van a querer?".
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"Mi hermana era pueblo, y ya déjense de hablar cosas que no son. Dejen que descanse en paz. Mi hermana era un ídolo en este pueblo. No importaba si tenía 10 mil dólares, o 20 mil dólares, o un centavo. Ella ayudaba a la gente. Por eso la quieren tanto", explica Vigil.
Su mejor amigo era Cristian Cano, quien estaba desconsolado en el funeral. "Nunca se olvidó de su pueblo. Cada vez que una persona estaba necesitada, ella estaba ahí. Nunca le dijo que no a nadie. Su amistad era incondicional. No tenía precio", relató.
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"Era una persona muy querida en el pueblo. Era de un corazón noble", contó por su parte su prima Lari Samaniego. "Te ayudaba cuando tenías la necesidad. Siempre estaba contigo. Demostraba su cariño a su familia y a cada persona de este pueblo".
Y así salieron múltiples relatos sobre cuando Adelith hacía fiestas navideñas todos los años a los niños de escasos recursos en lugares remotos de Macaracas; sobre sus múltiples patrocinios a equipos de fútbol, béisbol y softball; sus apoyos a la Iglesia; y cómo la joven de 36 años era amable y cariñosa con quien se cruzara en su camino.
Una comunidad en shock