Los desesperantes primeros días de los bebés que nacen dependientes a las drogas
Mujeres consumidoras de sustancias ilícitas ponen en riesgo la salud de sus recién nacidos, quienes deben ser sometidos a tratamientos médicos para su desintoxicación.
El nacimiento de un bebé está rodeado de alegría, a veces de preocupaciones o miedo, pero siempre con la esperanza de verlo crecer sano y rodeado de amor; sin embargo, hay situaciones que ponen en peligro a ese ser indefenso desde el momento en que se gesta en el vientre de su madre.
Un factor poco mencionado, pero que es una realidad, es cuando la madre es una consumidora de sustancias ilícitas.
“Es una tema difícil y escabroso, tomando en cuenta que algunas de las mujeres que usan drogas y salen embarazadas no se controlan el embarazo”, dice la doctora Geneva M. González, coordinadora nacional de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (Minsa).
La especialista detalla que el hijo de una madre que consume drogas, sobre todo cocaína, puede tener malformaciones, generalmente de tipo óseo, y si la mamá usó cocaína o marihuana unas horas antes del parto, el bebe puede nacer con un síndrome de hiperexcitabilidad, que es como si estuviera drogado: el bebé llora constantemente y está super irritable.
La doctora Yamilette Rivera, coordinadora nacional del Programa de Niñez y Adolescencia del Minsa, profundizó más en el tema y explica que hay muchas sustancias que consumen las madres que pueden tener efectos adictivos en el neonato y las secuelas dependen del tipo de droga, ya sea cocaína, metanfetamina o tabaco...así como la frecuencia de consumo de la embarazada y la cantidad, sin embargo, en términos generales, un bebé que está gestándose en una madre expuesta a cualquier tipo de sustancia que genere adicción puede desarrollar retraso del crecimiento intrauterino, nacer prematuramente, tener defectos congénitos y además de nacer con trastornos neurológicos como convulsiones.
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Los bebés que nacen de madres consumidoras pueden desarrollar complicaciones que son directa o indirectamente relacionadas con el tipo de sustancia, porque cada sustancia ilícita tiene sus propias particularidades y si es una droga que genera alta adicción, como el alcohol y la cocaína, se produce lo que se conoce como el síndrome de abstinencia fetal. Mientras el bebé recibía la droga a través de la placenta estaba tranquilo en el útero, pero una vez nace y se corta el flujo de esa sustancia, puede presentar síntomas alrededor de las 24 o 48 horas después del nacimiento, por lo pronto, aunque hay bebés que pueden expresar la sintomatología hasta cinco días después de nacidos.
Los principales síntomas que presentan los bebés son irritabilidad, llantos excesivos (que no hay manera de consolarlos), temblores en las manos y/o piernas, dificultad para conciliar el sueño, alteraciones en el tono muscular (a veces están muy rígidos), están muy hiperreactivos, es decir, que si les va a manipular se sobresaltan excesivamente, están, como se conoce comúnmente, “hyper”. Además, tienen dificultad con la succión para alimentarse, lo que genera problemas de deshidratación, desequilibrio electrolítico y convulsiones.
Manejo
“Es muy difícil manejar a un niño con estas características, porque no hay un tratamiento específico para quitarle la adicción de manera rápida, hay que esperar que el organismo progresivamente vaya liberando esos residuos hormonales y lo que se le da es tratamiento de sostén, es decir, se le da tratamiento de acuerdo a los síntomas que presente, porque realmente no hay un medicamento que se pueda aplicar y decir que con esto le quité la adicción”, esto, según Rivera es “médicamente hablando” por todo lo que sucedió en su cerebro, por la serie de neurotransmisores que se liberaron en él y vías que activaron en el cerebro que hay que esperar que se apaguen o se desactiven para que el niño pueda alcanzar la normalidad de su comportamiento.
Pueden pasar meses para que el niño logre recuperarse, pues “a pesar de que el niño va saliendo de la parte aguda o crítica del nacimiento, algunos demoran más tiempo en recuperarse por completo, siempre que no lo vuelvan a exponer”.
Y es que, dependiendo de esa lista larga de síntomas que puede tener un bebé y cómo se va estabilizando a lo largo de los días (que ya no convulsione, tenga temblores, el tono muscular esté mejor y un tono de alerta tranquilo, sin fiebres y se alimente bien) es que se decide si sale del hospital y su cuidado sigue en casa o donde decidan las autoridades.
Un problema social
La doctora Geneva M. González recuerda que este es un problema social, porque como ya se ha mencionado, por reglamentación el bebé debe quedarse más tiempo en el hospital para su evaluación médica, además, la ley de protección al menor de edad describe que la mamá no es apta para poder tenerlo y hay que buscar a familiares que puedan cuidarlo.
Es aquí donde entra otra parte muy importante: encontrar quien se haga cargo del neonato y de su cuidado, porque una madre adicta muchas veces pierde el contexto de que tiene que cuidar a su hijo, debido a su alta adicción y muy poco cooperan con la lactancia materna.
En ese sentido, de acuerdo con la doctora Yamilette, es irregular saber cuánto puede estar pasando la leche materna y cuántos días tiene la madre que no consume la droga, pero la madre que se regenera, que está limpia y no está consumiendo puede darle pecho a su hijo.
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Los casos
En Panamá siempre hay casos como estos, “no dejan de haber”, aduce Rivera. Si el bebé no tiene complicaciones mayores puede tratarse en los centros hospitalarios de cada provincia, pero si su caso es muy complicado, deben ser trasladados al Hospital del Niño José Renán Esquivel (HDN).
De hecho, estadísticas proporcionadas por este nosocomio revelan que entre los años 2015 y 2019 ingresaron al hospital 29 hijos de madres toxicómanas, entre los cero y treinta días de nacidos. De estos, 12 fueron varones y 17 niñas. Dos de ellos fallecieron (uno en 2017 y otro en 2018).
Marta Quiñones, coordinadora Jurídica de Protección de la Secretaría Nacional de Niñez y Adolescencia (Senniaf) menciona que cuando se dan estos casos, el hospital, mediante su departamento encargado, debe comunicar a los Juzgados de Niñez y Adolescencia para iniciar el proceso de protección al infante. Se inicia una investigación de alternativas familiares para que se encarguen de su custodia y en caso de no encontrar se remite a la Senniaf para que realice una investigación administrativa (se solicita al Registro Civil el certificado de nacimiento y árbol genealógico y dirección domiciliarias) y su institucionalización (albergues o casa hogar).
A pesar del oscuro panorama que se vislumbra, hay esperanza y según la doctora Rivera, los bebés pueden recuperarse y llevar una vida normal. “Eso no significa que el niño tenga que ser adicto, lo que uno tiene que vigilar es si producto a esa exposición tan severa a las drogas, su cerebro presenta alguna alteración o malformación que pueda tener secuelas, pero no porque nació así tiene que ser adicto en edades más tardías”.