Nicky Cruz: ‘Nueva York era una selva; tenía que sobrevivir’
El evangelista boricua se encuentra en Panamá para enviar el mensaje sobre el amor que tiene Dios.
Llego a este mundo en una familia formada por una madre bruja y un padre que era sacerdote satánico; creció en los barrios de Nueva York, llegó a ser líder de una de las pandillas más peligrosas (Los Mau-Mau) y cayó en el mundo de las drogas, pero Nicky Cruz nunca se imaginó la gran oportunidad que le tenía Dios al aceptarlo en su vida.
Y es que el evangelista boricua, de 80 años, desde que tomó esa decisión le ha dado la vuelta al mundo, le ha llevado la palabra a 44 millones de personas, escribió el “best seller” titulado ¡Corre Nicky, Corre! y lleva 57 años de casado.
¿Cuándo inició en el mundo de las pandillas?
Sucede que me enviaron a Nueva York, ahí vivían mis hermanos. Allí fue que maldije mi vida y no quería saber nada. Prefería ser un bastardo que ser hijo de mis padres. Nueva York era una selva, me conducía como un animal y tenía que sobrevivir. Tenías que matar a otros animales para poder sobrevivir. Desgraciadamente, eso fue lo que hice.
¿Cómo tomó la decisión de cambiar su vida?
Todo inició al salir de la cárcel. Volví a lo mismo (estilo de vida). Entonces vino un pastor y entró a la zona de guerra. Él se puso a hablarle de Cristo a unas 300 personas, pero me enojé y lo maldije. Me paré enfrente de él y le pegué. Al agredirlo, su respuesta fue: “vine aquí, porque Cristo te ama. Puedes matarme, cortarme en mil pedazos y tirarlos a la calle, pero cada pedazo gritará que Cristo te ama. No puedes matar el amor, porque Dios es amor”. Nunca había escuchado de Cristo, no sabía que murió por nosotros.
¿Pensó que Dios le daría tantas bendiciones?
Nunca pensé que iba a llegar a esta etapa. Dios me sacó de la nada y me convirtió en su hijo. Todo lo que soy se lo debo a Dios. El pasado me ayuda a no cometer los mismos errores, porque son recuerdos tristes y amargos. Ahora puedo ir a cualquier parte del mundo y ser amado por miles. Vengo de Rusia y muchas personas estaban felices. El Señor me recibió en sus manos, le pedí perdón y me ayudó a salir de las pandillas. El proceso no fue nada fácil.
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¿Qué objetivos tiene en Panamá?
Vengo a advertir a la gente, especialmente a los padres. También le voy a decir a los ministros (pastores) que debemos ser más sensibles, por cosas que están pasando en estos días. Hay mucha violencia y drogas.
¿Considera que el perdón es un gran regalo de Dios?
El perdón es algo muy precioso, porque es un beso de Dios en tu corazón. Te sana. Si recibes el perdón también lo puedes dar. Un ejemplo, perdoné a mi mamá y papá. Ellos se convirtieron y trece de mis hermanos. Debemos reconocer que sin Cristo no somos nada.
¿En qué momento estuvo cerca de la muerte?
En una fiesta, en Nueva York, le dije al jefe de la otra pandilla que su novia se iba conmigo. Entonces me cayeron cinco, el jefe de la pandilla tenía una cuchilla y me trató de apuñalar, pero lo agarré y le di una patada en la cara. En ese momento, solo pensaba en sobrevivir. Todo es muy rápido, no se puede analizar la situación. Estaba loco.
¿Qué es lo peor de quitarle la vida a un ser humano?
¡Oh! Eso es una condena mental. Tienes que matar tu conciencia para no pensar en eso. Se debe tener mucho cuidado, porque si lo haces una vez, pierdes el miedo. Ya lo ves como una opción.