Nacional - 11/6/20 - 02:15 PM
Nuestra Psiquis y Pandemia (Parte III)
Las evidencias muestran que, a nivel general, la violencia doméstica ha aumentado de manera drástica con el nuevo coronavirus.
En el artículo anterior señalé que esta vez iba a abordar dos fenómenos biopsicosociales que parecen agravarse con la actual pandemia, así como por las medidas implementadas para su prevención, estos son la Violencia Intrafamiliar y los Suicidios. Ambos suelen estar relacionados, en gran parte, con los Trastornos de Ansiedad y las Depresiones analizados anteriormente.
Tanto la Violencia Intrafamiliar o Doméstica como el Suicidio involucran conductas violentas, o sea formas de agresión en los que el valor adaptativo se ha perdido, reflejando una disfunción de los mecanismos neurales relacionados con la expresión y control de la conducta agresiva, ya que su objetivo es el daño extremo, incluso llegando a la muerte de la víctima o de sí mismo (Anderson y Bushman). El modelo clásico postula que las estructuras límbicas subcorticales, como la amígdala, son moduladas por estructuras de la corteza prefrontal. Cuando esta modulación falla, hay un aumento del potencial agresivo de una persona. Este mecanismo suele darse cuando hay una disminución del neurotransmisor serotonina en estas estructuras corticales (responsables del juicio, el pensamiento lógico-racional y la conducta moral), haciendo que pierda su función moduladora sobre las estructuras límbicas (responsables de las emociones y la impulsividad).
La violencia intrafamiliar, ya sea física o psicológica, se da más habitualmente del hombre hacia la mujer y los hijos, y con menos frecuencia al revés. Esta tiende a aumentar en las emergencias globales, quizás, por las desigualdades de género. Según Terry McGovern y col., esto se debe al hecho que las normas y los roles de género que relegan a las mujeres al ámbito del trabajo doméstico las sitúan en primera línea en tiempos de crisis, lo que supone un mayor riesgo de exposición.
Las evidencias muestran que, a nivel general, la violencia doméstica ha aumentado de manera drástica con el nuevo coronavirus. En febrero de 2020, por ejemplo, durante la cuarentena impuesta en la provincia china de Hubei como medida de protección frente al contagio de la enfermedad, se triplicó el número de informes sobre violencia intrafamiliar en la comisaría de policía de la localidad. (Terry McGovern y col.). Pero el fenómeno también se ha dado en Europa y América.
Todos nos enfrentamos a importantes riesgos psicológicos debido al aislamiento o la cuarentena durante esta pandemia, pero las mujeres, y a veces también los niños, viven una situación particularmente delicada. Situaciones como un mayor tiempo de convivencia de la víctima con su pareja agresora, más control de éste sobre la víctima, una menor visibilidad de los malos tratos y más dificultades para acudir a centros de asistencia juegan un papel importante en el origen de la violencia intrafamiliar.
A lo anterior hay que agregarle otras variables sociales como la pérdida de empleos, el hambre que se apodera de las familias, dificultad para comprar medicamentos, el consumo de alcohol y otras drogas, la incertidumbre hacia el futuro, el bajo nivel educacional y el padecimiento de alteraciones mentales de base. Todos factores estresantes con potencial de trastornos de ansiedad y depresivos.
El suicidio, por su parte, tiende a darse principalmente en personas deprimidas, sin embargo esto no siempre es así, además de la tristeza, una persona puede suicidarse por rabia o por impulsividad, o una mezcla de dos o los tres de estos factores biológicos, siendo que estos síntomas responden a una disminución de la serotonina amigdalina, factor importante también en la génesis de los trastornos de ansiedad y depresivos. Igualmente, una hiperactividad del neurotransmisor dopamina en la vía mesolímba puede ocasionar brotes psicóticos con alucinaciones y delirios de connotaciones suicidas. Es importante agregar que la persona suicida tiene, igualmente, potencial homicida, de hecho un gran número de suicidios van precedidos de asesinatos. De esta forma, la violencia intrafamiliar guarda una importante relación con los homicidios y los suicidios.
El impacto de la pandemia ha dado a los científicos una idea de cómo la incertidumbre prolongada y las corrientes repetidas de ansiedad y depresión afectan la voluntad de vivir de las personas, además que se sabe que el aislamiento social está relacionado con el suicidio. Un estudio de Psychiatry Research señala que las personas manifestaban más ideas suicidas cuando se hallaban solas en casa descansando, viendo la televisión o navegando por internet, y mucho menos cuando estaban socializando. Por lo tanto, el aislamiento social durante esta pandemia constituye otro factor de riesgo suicida.
La violencia intrafamiliar, ya sea física o psicológica, se da más habitualmente del hombre hacia la mujer y los hijos, y con menos frecuencia al revés. Esta tiende a aumentar en las emergencias globales, quizás, por las desigualdades de género. Según Terry McGovern y col., esto se debe al hecho que las normas y los roles de género que relegan a las mujeres al ámbito del trabajo doméstico las sitúan en primera línea en tiempos de crisis, lo que supone un mayor riesgo de exposición.
Las evidencias muestran que, a nivel general, la violencia doméstica ha aumentado de manera drástica con el nuevo coronavirus. En febrero de 2020, por ejemplo, durante la cuarentena impuesta en la provincia china de Hubei como medida de protección frente al contagio de la enfermedad, se triplicó el número de informes sobre violencia intrafamiliar en la comisaría de policía de la localidad. (Terry McGovern y col.). Pero el fenómeno también se ha dado en Europa y América.
Todos nos enfrentamos a importantes riesgos psicológicos debido al aislamiento o la cuarentena durante esta pandemia, pero las mujeres, y a veces también los niños, viven una situación particularmente delicada. Situaciones como un mayor tiempo de convivencia de la víctima con su pareja agresora, más control de éste sobre la víctima, una menor visibilidad de los malos tratos y más dificultades para acudir a centros de asistencia juegan un papel importante en el origen de la violencia intrafamiliar.
A lo anterior hay que agregarle otras variables sociales como la pérdida de empleos, el hambre que se apodera de las familias, dificultad para comprar medicamentos, el consumo de alcohol y otras drogas, la incertidumbre hacia el futuro, el bajo nivel educacional y el padecimiento de alteraciones mentales de base. Todos factores estresantes con potencial de trastornos de ansiedad y depresivos.
El suicidio, por su parte, tiende a darse principalmente en personas deprimidas, sin embargo esto no siempre es así, además de la tristeza, una persona puede suicidarse por rabia o por impulsividad, o una mezcla de dos o los tres de estos factores biológicos, siendo que estos síntomas responden a una disminución de la serotonina amigdalina, factor importante también en la génesis de los trastornos de ansiedad y depresivos. Igualmente, una hiperactividad del neurotransmisor dopamina en la vía mesolímba puede ocasionar brotes psicóticos con alucinaciones y delirios de connotaciones suicidas. Es importante agregar que la persona suicida tiene, igualmente, potencial homicida, de hecho un gran número de suicidios van precedidos de asesinatos. De esta forma, la violencia intrafamiliar guarda una importante relación con los homicidios y los suicidios.
El impacto de la pandemia ha dado a los científicos una idea de cómo la incertidumbre prolongada y las corrientes repetidas de ansiedad y depresión afectan la voluntad de vivir de las personas, además que se sabe que el aislamiento social está relacionado con el suicidio. Un estudio de Psychiatry Research señala que las personas manifestaban más ideas suicidas cuando se hallaban solas en casa descansando, viendo la televisión o navegando por internet, y mucho menos cuando estaban socializando. Por lo tanto, el aislamiento social durante esta pandemia constituye otro factor de riesgo suicida.
Sin embargo, la evidencia parece ser más fuerte cuando se trata del impacto de las dificultades económicas. La recesión del 2008 duplicó el número de suicidios en los Estados Unidos, mientras que investigaciones a nivel europeo relacionaron el aumento de un 1% en la tasa de desempleo con un aumento del 0,8% en la tasa de suicidios de personas menores de 65 años ese mismo año. Igualmente, la Dra. Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la Organización Mental de la Salud ha señalado que durante las pasadas crisis económicas "aumentó el número de personas con problemas de salud mental, dando lugar a mayores tasas de suicidio". Sólo un estudio cuidadoso determinará si el miedo agudo a la pandemia supera los efectos de la ansiedad económica a largo plazo.
A lo anterior hay que agregar la probabilidad que, los primeros indicios de que la pandemia está provocando suicidios, se den entre quienes han tenido un historial de persistentes oleajes de angustia autodestructiva. (Clarín).
Aunque las tasas de violencia intrafamiliar y suicidios parecen haber aumentado en los últimos años en nuestro país, actualmente las estadísticas de la Procuraduría General de la Nación registran un descenso en las denuncias por violencia doméstica durante esta pandemia (enero: 1576, febrero: 1509, marzo: 1140, abril: 532), sin embargo, pudiera haber un subregistro por las dificultades que representa la cuarentena para acudir a presentar las denuncias. En cuanto a suicidios, según las autoridades de salud de enero a mayo de este año se han dado 31 casos. La evaluación final de ambos fenómenos y su relación con la pandemia podrá realizarse a final de año.
En el próximo artículo me referiré a las medidas psicológicas y psiquiátricas necesarias para abordar los desórdenes de nuestra psiquis durante esta pandemia.
El autor es Psiquiatra y Catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.
A lo anterior hay que agregar la probabilidad que, los primeros indicios de que la pandemia está provocando suicidios, se den entre quienes han tenido un historial de persistentes oleajes de angustia autodestructiva. (Clarín).
Aunque las tasas de violencia intrafamiliar y suicidios parecen haber aumentado en los últimos años en nuestro país, actualmente las estadísticas de la Procuraduría General de la Nación registran un descenso en las denuncias por violencia doméstica durante esta pandemia (enero: 1576, febrero: 1509, marzo: 1140, abril: 532), sin embargo, pudiera haber un subregistro por las dificultades que representa la cuarentena para acudir a presentar las denuncias. En cuanto a suicidios, según las autoridades de salud de enero a mayo de este año se han dado 31 casos. La evaluación final de ambos fenómenos y su relación con la pandemia podrá realizarse a final de año.
En el próximo artículo me referiré a las medidas psicológicas y psiquiátricas necesarias para abordar los desórdenes de nuestra psiquis durante esta pandemia.
El autor es Psiquiatra y Catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.