Nacional - 25/9/20 - 06:00 AM

Otro reto de las clases virtuales casi dominado: la discapacidad

Si un estudiante que recibe clases virtuales presenta algún grado de discapacidad, la situación parece ser complicada; sin embargo, el panorama está tratando de superarse por completo, gracias al trabajo en equipo y a la dedicación.

 

Por: Milagros Murillo F. -

Las clases virtuales por motivo de la pandemia de coronavirus han sido un reto en el mundo. Esta modalidad, novedad para la mayoría, puso a prueba a educadores, padres de familia, estudiantes e incluso a las propias autoridades educativas que se vieron en la necesidad de reformular sus estrategias para que el proceso de enseñanza y aprendizaje fuera cumplido.

En algunos hogares no ha sido fácil, y en aquellos donde los estudiantes tienen algún grado de discapacidad, la situación parece ser más complicada; sin embargo, los expertos consultados afirman que no es imposible cuando los involucrados (familia, educadores y especialistas) trabajan en conjunto.

Kiria Nant, directora nacional de Educación Especial del Ministerio de Educación (Meduca) dio a conocer que a la fecha se tiene una estadística de 24,679 niños con necesidades educativas especiales y 4,129 con discapacidad. Para ellos, la dinámica de educación es muy variada ahora con las clases virtuales, de acuerdo con Nant. Primero, los estudiantes sintonizan las clases, a través del canal de televisión estatal, mediante el segmento La Estrella se Conecta con la Diversidad, en el que se realizan ajustes razonables a cada clase de forma fácil y divertida.

“De igual manera tenemos Actívate en Casa, donde le damos alternativas de terapias de lenguaje, física, ocupacional, apoyo psicológico para la población con discapacidad y los viernes Estimulación Temprana para niños con diagnóstico o alto riesgo”, explica Nant.

Cifras del Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE) revelan que 13,210 estudiantes del sistema educativo están matriculados en la institución y recibiendo clases mediante plataformas virtuales bajo los modos antes mencionados, sin embargo 2,748 no han podido ser contactados, debido, principalmente, a que residen en áreas de difícil acceso.

No todos los estudiantes con capacidades especiales forman parte de la escuela del IPHE, muchos están en las aulas de inclusión del Meduca y reciben el apoyo y acompañamiento de la institución.

Retos

La profesora Magalys Bermúdez es directora de la Escuela de Enseñanza Especial del IPHE y detalla que los principales retos que han tenido para las clases han sido la conectividad (sobre todo al principio) y el acceso a un modelo tecnológico de funcionamiento, porque estaban acostumbrados a trabajar de manera presencial y toda la organización estaba basada en tener al estudiante en un horario, estrategia, espacio y tiempo establecido, lo que cambió drásticamente y tuvieron que desarrollar otro modelo de trabajo para poder continuar con las clases, que se reiniciaron el pasado 20 de julio. 

Según la especialista, antes de empezar las clases hicieron encuestas a los docentes y otra a los padres de familia para conocer los aspectos que podrían limitar el proceso de enseñanza-aprendizaje y una vez que pudieron identificar cuándo se podían conectar, con qué tecnología contaban, cuántos hijos había en el hogar y demás aspectos, se actualizó al personal en el uso de plataformas como Zoom, Teams y Meet, así como las aplicaciones que les ayudarían en las clases, los contenidos (currículum priorizado) y horarios, todos ceñidos al Meduca.

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“Los maestros han desarrollado una dinámica muy especial con los padres de familia que nos apoyan mucho y es que hemos tenido que preparar en la marcha a los papás para ser maestros en la casa, que no es lo mismo que ser papás para trabajar una tarea. Ellos tuvieron que desarrollar esa formación para poder poner en práctica con sus hijos. Las clases son muy puntuales, pero cumplen con los objetivos para que el niño pueda aprender en casa”.

Sin discriminación por discapacidad

Cuando se habla de discapacidad el tema es muy extenso, pues cada persona, en este caso, cada estudiante, tiene una necesidad distinta que debe ser tomada en cuenta para que se haga valer su derecho a la educación. 

Independientemente de la condición clínica de cada persona y según explica Bermúdez, basándose en la pedagogía, el estudiante debe recibir la educación, pero con los ajustes que requiera de un equipo interdisciplinario (educadores, padres de familia, especialistas, trabajadores sociales, psicólogos, terapistas, etc) para darle ese apoyo.

Al igual que el resto de los estudiantes, ellos (los estudiantes con capacidades especiales), también ven las clases por televisión y los maestros organizan a sus grupos según las demandas que necesitan para desarrollar los contenidos del currículum de acuerdo a su edad y grado y se establecen metas viendo qué hay que ajustar y mediante el equipo técnico del IPHE, dar apoyo extra, por ejemplo, tutorías individuales.

“Los estudiantes están llevando su currículum normal como cualquier otro estudiante. No puede haber discriminación por discapacidad, o sea, que no es que porque tiene discapacidad a ese estudiante se le va a dar algo aparte, se le da lo mismo, pero con los ajustes que él requiera y las metas que él requiera”, explica Bermúdez.

En el caso del IPHE se utiliza el PEI (Proyecto Educativo Individual) que consta de una reunión o mapeo que se hace en conjunto para determinar las necesidades y establecer los ajustes y metas del niño, esto se hace presencialmente, pero con la pandemia ahora mediante Zoom o videollamada se realiza. “Nos conectamos todos y observamos al estudiante desde la casa; está la trabajadora social haciendo su registro, al igual que la psicóloga, estoy yo y está la maestra, todos aportamos y creamos una estrategia para trabajar con él”. 
 
“El IPHE tiene un mística basada en los estudiantes y su familia, todo nuestro trabajo se basa e integrar a la familia en el acompañamiento en ese proceso de aprender de los estudiantes, ya nosotros teníamos una hoja de ruta para este año y el proceso continuó, lo que varió fue la forma, que tuvimos que ajustarnos por ejemplo, a la conectividad del padre”, comenta Bermúdez.

James Mathew: el trabajo en equipo es clave

James Mathew Gudiño cumplió 12 años este 21 de septiembre y está en el aula especial, también llamada de inclusión, en la Escuela Manuel Amador Guerrero. Su madre, Hellen Guerrero narró que el diagnóstico de James es lento aprendizaje y problemas de los nervios. Él no sabía leer y muy poco jugaba con sus compañeros. Por segundo año consecutivo la maestra de su acudido es Ana Carmen Martínez, a quien agradece el avance del niño, aún estando en pandemia por la COVID-19.

Aunque las clases fueron suspendidas, la maestra se mantuvo en contacto con los alumnos, les entregó módulos y les hizo videollamadas. Actualmente, los niños ven las clases por televisión, se conectan virtualmente y trabajan con módulos. Según la señora Hellen, a James le gusta la dinámica y ella está feliz porque su hijo ya lee muy bien y ha mostrado gran avance.

Contrario a lo que se pueda creer, Hellen asegura que nunca pensó en que las clases virtuales serían complicadas, porque en su caso le gusta escribir y buscar informaciones por Internet, además reciben gran apoyo de la maestra Ana Carmen y los especialistas del IPHE. “Estoy para él, este es mi día a día y de lunes a viernes estoy desde las 7 de la mañana preparada para ayudarlo a hacer sus tareas”. Pero sin dudas todo es mejor si se trabaja en equipo y los hermanos mayores de James le ayudan, ya sea para sacar copias o con las tarjetas para la conexión.

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James Mathew es el menor de seis hijos. “Es un niño bien portado, no tengo queja de él, conversamos mucho, sus hermanos lo quieren mucho, así como su maestra y las licenciadas del IPHE. “No hay lujo ni cantidad, pero le doy gracias a Dios que aunque vivo en el barrio de El Chorrillo mis hijos son personas de bien, de la escuela a la casa… Los amo y quiero mucho y ellos cuidan de mí”, agrega la madre.

Las clases virtuales de cierta manera han sido una ventaja para James, quien es asmático y hace año y medio estuvo ocho días en el hospital por un paro respiratorio, así que, según la señora Hellen, ahora lo cuida más que siempre, sobre todo, por el coronavirus.

Tiempo de solidaridad

La profesora Magalys Bermúdez admite que algo que han aprendido es que no hay límites, pues al principio pensaban que quizás no iban a poder lograr las clases, que los niños no se conectarían o que sería difícil para aquellos estudiantes nuevos, pero “aprendimos a crear y buscar estrategias” y afirma que aunque vuelvan a la normalidad no van a dejar de usar la herramienta de la virtualidad, que será un complemento y una ventaja para todo el equipo en beneficio del estudiante.

De hecho, desde el inicio de la pandemia, el personal docente del IPHE estuvo en contacto con sus estudiantes y crearon un fondo solidario en el que voluntariamente aportan para poder solventar algunas necesidades que tienen los estudiantes. Con eso han logrado comprar desde bolsas de comida, celulares, tablets, tarjetas de celular, hasta medicamentos para apoyar a los padres y que estos puedan conectarse con sus hijos y recibir las clases.

No podemos dejar a ningún padre atrás, estamos trabajando para mejorar nuestras prácticas y poder ayudar lo mejor posible a los niños y ellos están felices. Ahora tenemos hasta tiempo para hacer actividades como la denominada Talento en Casa, que antes no podíamos hacer”, sostuvo Bermúdez, quien destaca que se ha creado un vínculo muy afectivo entre docentes, padres y estudiantes. “Tenemos una conexión muy estrecha con los padres de familia. Hacemos de todo para que el niño se sienta importante y logre sus metas”.

 

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