Panamá volverá a soñar ser la capital marítima del mundo
La nueva ley de cabotaje marítimo ha reabierto las puertas para que Panamá pueda volver a soñar ser la “Capital Marítima del Mundo”, permitiendo a los panameños aprovechar, como es debido y por primera vez, las oportunidades que ofrece el Canal; algo que hasta ahora no ha sido así, destacó el experto en tema marítimos, Juan Felipe Pitty, dentro de un análisis donde afirmó que es creyente en el “sueño panameño”.
Señaló que el Canal permite a sus nacionales un sin número de servicios que actualmente no se están realizando. Por ello indicó que la nueva Ley de Cabotaje Marítimo, aprobada por la Asamblea Nacional y pendiente de sanción en el Ejecutivo, es fundamental para que Panamá realmente pueda obtener beneficios de nuestro enorme potencial.
Pitty, abogado marítimo, vocero de la Asociación de Armadores de Panamá (ARPA), expresidente de la Asociación Panameña de Derecho Marítimo; expresidente de la Comisión de Derecho Marítimo del Colegio Nacional de Abogados, y expresidente de la Comisión de Marítima de la Cámara de Comercio de Panamá, destaca que en 2016 y 2017, el profesor de Harvard Ricardo Hausmann publicó sendos estudios de desarrollo económico, donde concluye que: “Panamá ha sido una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, duplicando sus ingresos per cápita entre 2004 y 2014., donde una "red vibrante de servicios exportables que rodean el Canal de Panamá (puertos, logística, comercio, comunicaciones y servicios financieros) ha florecido.”
¿Si Harvard cree en Panamá, porque no nosotros? El futuro económico de Panamá está en el sector marítimo/logístico. Para que eso sea así se requiere una ley de cabotaje que defiende y fortalezca los intereses nacionales. Se cae de su peso que todo ataque contra la Ley de Cabotaje Panamá no tiene sustento alguno, salvo que realmente sea un ataque comercial, de un competidor o mercenario a sueldo, que busca ganar por métodos oscuros lo que no podrán jamás ganar en competencia de buena lid.
A mediados de los noventa Panamá recibió una ola de refugiados cubanos huyendo al fracaso socio económico que es todo país comunista. Esos hombres y mujeres sin temor al trabajo y curtidos por las privaciones en su país vieron aquí lo que ningún panameño había visto: vieron que en la luz roja de los semáforos no había un alto donde nada se podía hacer, sino dinero y oportunidades visibles para ellos, pero invisibles hasta ese momento para nosotros. Ellos descubrieron donde, por falta de creatividad, visión, plan, y confianza en nosotros mismos, los panameños dejábamos plata en la mesa todos los días. Y salieron a vender agua, frutas, rosas, baterías de celular, y cuanta cosa se les ocurrió que sus clientes de semáforo pudieran necesitar.
Como refugiados, hallaron la manera de dejar de vivir del subsidio estatal para convertirse en micro empresarios, mientras esperaban lograr su sueño de llegar a los Estados Unidos para vivir el “American Dream”.
Traigo a colación este ejemplo porque creo profundamente en el “Panamanian Dream” y estoy convencido que con trabajo, creatividad y planificación podemos hacer de Panamá la Capital Marítima de Mundo.
¿Pero, porque pensar tan en grande? El semáforo más grande del mundo se llama el Canal de Panamá, que espera que los panameños se despierten un día con el hambre de esos refugiados cubanos y den a los clientes que allí esperan todos los bienes y servicios que requieren. Segundo, nuestros hijos se merecen un futuro próspero y digno; merecen la singapurización de Panamá y no la tercermundización de nuestro porvenir.
El Canal nos permite brindar un sin número de servicios que actualmente no se están realizando. Basta con analizar los principales 20 servicios brindados en el Puerto de Rotterdam o Shanghái para entender lo que dejamos en la mesa cada día. En el año fiscal del 2019, 13,785 buques transitaron el Canal de Panamá según la ACP. Cuando se contabiliza todo lo que Panamá no hace en su semáforo marítimo, la perdida invisible es superior a Mil Millones de dólares.
¿Que falta? Hambre, pasión, creatividad, y la confianza en nosotros mismos para creer que el destino manifiesto de Panamá cómo país marítimo, y evangelizar al mundo sobre la grandeza de nuestra País.
En esa fe en nosotros mismos está el hacer nuestro porvenir y la Ley de Cabotaje Marítimo es fundamental para que Panamá realmente pueda obtener beneficios de nuestro enorme potencial dentro de esta industria que cada día requiere de más expansión en cuanto a servicios, infraestructura y espacios.
La competitividad no es una genuflexión y no presupone el dominio de los extranjeros por encima de los nacionales.
Al contrario la palabra por definición significa el espacio donde el nacional también puede competir y eso es lo que ocurrido por primera vez con esta ley.
Hay que entender muy poco de gramática y menos de los principios que rigen lo más altos intereses nacionales para no entender esto, pero en todo país siempre habrá Bunau-Varilla Siempre habrá los que creían que el canal debía seguir siendo manejando los americanos o cualquier otro país, menos Panamá, hasta no hace mucho.
La ley de Cabotaje hace futuro para los panameños y para Panamá. Llegó la hora de Panamá y los panameños de creer en el “Panamanian Dream”. Y saber que Panamá va a ser la Capital Marítima del Mundo si nos atrevemos a creer en nosotros mismos y en nuestra Patria.