Todo un protocolo para ir a misa
El arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta dijo que solo 32 de las 98 parroquias cumplía con los requisitos previos a la apertura, y en esas condiciones no se pueden reabrir los templos.
“Todos deben entender la responsabilidad que tenemos como Iglesia con la salud de todos...lo que más importa ahora es “la salud espiritual y mental, pero también la física”, expresó Ulloa, quien nocree en prisas
Sólo las parroquias que hayan cumplido con los pasos previos abrirán sus puertas. “No antes”, reafirmó. Pero adicional eso, las puertas de lo templos abrirán, pero no todos entrarán, atendiendo la llamada “Guía Sanitaria para los Lugares de Culto” que diseñó el Ministerio de Salud de Panamá.
En la Arquidiócesis de Panamá, por ahora, no habrá bautizos, solo en casos de gravedad. Los matrimonios y los funerales se deben realizar cumpliendo el aforo del 25% de la capacidad del templo, y las medidas de seguridad. Las confesiones se harán colocando un acrílico o material plástico entre el ministro y el penitente, que debe ser limpiado luego de cada confesión.
La mascarilla es de uso obligatorio para todos los que están ayudando en el templo, así como el lavado de manos cada 30 minutos. Los lectores de la Palabra, durante las celebraciones, deben lavarse las manos antes y después de proclamar.
La salida del templo también debe hacerse en orden, de acuerdo al lugar donde se ubicó. Los voluntarios indicarán el momento que los fieles de cada puesto pueden retirarse. Cada dos horas deben limpiarse las superficies de respaldar, reclinatorio y donde se ponen las manos. Al final de día debe hacerse la limpieza con desinfectantes.
Serán necesarios al menos dos recipientes de basura, uno para botar toallitas, mascarillas y guantes que lleva y usa la gente, y otro para la materia orgánica que se genere cada día.
Realizar higiene de manos con agua y jabón líquido o desinfectarlas con gel alcoholado cada 30 minutos, o después de cada servicio en el caso de miembros en contacto frecuente con otros feligreses.
Todos los miembros de la iglesia deben tener mascarillas durante todo el servicio eclesiástico, y hay que contar con una persona que vigile que todos los que asisten al templo cuenten con las mascarillas.
Solo grupos de personas que procedan de la misma casa, podrán ocupar las mismas bancas o sillas para la celebración del culto para evitar contagios.