Trabajadoras sexuales también se reinventan y buscan ingresos en la pandemia
La recomendación principal es no exponerse para evitar contagios por la COVID-19; sin embargo, en su desesperación, algunas han salido a las calles en busca de clientes.
Un viejo adagio dice que el trabajo sexual es el oficio más antiguo del mundo; ha subsistido a virus, pandemias y plagas, por lo que el nuevo coronavirus no ha parado la actividad por completo. Y es que el sexo, aunque a los más recatados no les guste aceptarlo, es un negocio redondo.
El tema aún es un tabú en la sociedad, pero también una realidad, y pese a que no existen cifras de cuántas personas se dedican al oficio en Panamá, un grupo de damas y personas trans ha luchado durante años para evitar el estigma y la discriminación.
Con la pandemia de la Covid-19, cuando el confinamiento obligó a los sitios de diversión nocturna a cerrar sus puertas y a las sexoservidoras independientes a retirarse de las esquinas oscuras de la urbe panameña, la tecnología fue el trampolín para obtener ganancias.
“Sandy”, una extranjera que laboraba en un sitio para adultos, dijo que recurrió a las redes sociales para ofrecer sus servicios, pues ya no tenía para comer y menos para pagar el alquiler de su hogar. En un inicio solo realizaba videollamadas con algunos clientes que había conseguido en el local, cobraba $25 y el cliente se las ingeniaba para lograr privacidad. Él debía depositarle por adelantado, y se fijaba fecha y hora para concretar la llamada erótica, que no duraba más de media hora.
La voz se fue corriendo y los clientes sumándose, hasta que finalmente con el levantamiento de la cuarentena y la reapertura de hoteles, moteles y casas de citas las reuniones pasaron de virtuales a físicas, así obtiene más ganancias.
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Sandy admite que le da un poco de temor contagiarse del coronavirus, pero dice tomar la mayor precaución posible, por lo que es clara sobre sus reglas. Ahora, además de las medidas higiénicas que siempre ha tenido para evitar enfermedades de transmisión sexual, se le suman nuevas reglas como la desinfección apenas llegan al sitio, uso de la mascarilla en todo momento, lo que representa la ausencia de besos y sexo oral.
“Nosotras cuidamos nuestro cuerpo, porque es nuestro templo de trabajo”, afirma Gladys Murillo, representante de las trabajadoras sexuales ante el Comité de Derechos Humanos de las Poblaciones Clave en el país, quien recalcó que con los sitios cerrados las compañeras deben buscar la manera de sobrevivir.
Murillo menciona que estudios realizados en los últimos años revelan que las población que ejerce el trabajo sexual marca menos de 1% de enfermedades de transmisión sexual, ya que se ha hecho un trabajo de prevención y las compañeras han creado conciencia y se cuidan, sumando ahora la prevención de la Covid-19.
Según Gladys, el uso de la tecnología se hacía antes de la pandemia, pues algunas trabajadoras ya se promovían mediante las redes sociales y aplicaciones de celular en las que las personas buscan compañía de amistad o sexual.
“Hay muchas compañeras, sobre todo extranjeras, que están pasando el Niágara en bicicleta… Imagínate estar lejos de su país y sin que les llegue el bono solidario, sin ninguna ayuda... es difícil”, sostuvo.
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A lo anterior se le suma la baja clientela. “La clientela ha bajado bastante, porque las personas no tienen plata, los que trabajan no lo hacen a tiempo completo y como hay una sola persona trabajando en el hogar tiene que pagar todas las cosas, es muy difícil realmente, porque han querido que se baje la tarifa, pagar menos. Eso se ha visto bastante”, explica Murillo.
Minsa da recomendaciones
Por parte de la Dirección General de Salud del Ministerio de Salud (Minsa) se reiteró que la actividad sexual no está reconocida ni legalizada en el país, por lo que quienes ejercen el oficio lo hacen al margen de la ley y en ese sentido, quienes operan en las calles lo hacen bajo su riesgo.
Por ende, se explicó, que quienes soliciten estos servicios lo hacen bajo su propia responsabilidad. Hicieron alusión como caso similar a las señoras que hacen manicura en las calles, pues la actividad tampoco está permitida.
“El Minsa recomienda no solicitar estos servicios, pero depende de quienes ofrecen y quienes demanden el servicio el cual no está regulado por la ley”, se dijo.
En tanto, como los locales como bares, cantinas y discotecas están cerrados, la atención a las trabajadoras sexuales está suspendida; sin embargo, las clínicas amigables continúan brindando los servicios a quienes lo deseen.
“Nosotras estamos peleando con eso de que Salud quiere hacer el PAP una vez a la semana a las chicas que trabajan en locales cerrados, pero las compañeras autónomas van por su propia cuenta a las clínicas amigables, aunque ahora se sabe que todo está parado, pero se están haciendo las pruebas de VIH, a través de la Sociedad Civil, el Fondo Mundial y ahora el Estado ha agarrado la batuta también para apoyar, concluye Murillo.