Tragedia oculta: Viviendo en una alcantarilla de Santiago
Los recién llegados han comenzado a talar árboles y arbustos, encendiendo fogatas nocturnas que amenazan con desatar llamas descontroladas y humo tóxico.
En una alcantarilla en la calle Quinta Final de Santiago, de Veragua, una familia lucha por sobrevivir en condiciones que desafían toda dignidad humana. Originarios de la comarca Ngäbe Buglé viven inmersos en un entorno marcado por la insalubridad y el peligro, donde las aguas contaminadas y los desechos son compañía.
Doris Hernández, residente de la zona, no puede ignorar la tragedia que se desarrolla justo debajo de sus pies. Con voz entrecortada, describe la desoladora realidad de aquellos que comparten su espacio vital con las corrientes de excremento que fluyen desde el corazón mismo de Santiago.
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Gumercindo Santos y otras tres almas, incluidos niños inocentes, han encontrado refugio en este inhóspito lugar por falta de opciones viables. Para ellos, cada día es una batalla contra la suciedad y el riesgo constante para su salud.
Pero la preocupación no se limita a las condiciones de vida precarias. Elena Acuña, otra residente del área, teme por la seguridad de su comunidad. Los recién llegados han comenzado a talar árboles y arbustos, encendiendo fogatas nocturnas que amenazan con desatar llamas descontroladas y humo tóxico.
Gumercindo Santos, un hombre marcado por la necesidad, clama por ayuda. Sin un techo digno sobre sus cabezas, se ve obligado a buscar trabajo ocasional en los alrededores del mercado público, apenas ganando lo suficiente para subsistir, mucho menos para pagar un alquiler.
Las voces de Doris Hernández y sus vecinos se alzan en un llamado desesperado a las autoridades locales. Exigen que se encuentre una solución urgente para reubicar a estas personas desamparadas, cuya presencia no solo contamina físicamente el entorno, sino que también amenaza con desencadenar graves consecuencias para la salud y la seguridad de toda la comunidad.