Ulloa: nos hace falta el Panamá que no ande en fake news y en taquilla
El arzobispo José Domingo Ulloa recordó y agradeció ayer que hace dos años estuvo el Papa Francisco en Panamá durante la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró del 22 al 27 de enero de 2019.
Ulloa -en medio de su homilía- destacó que nos hace falta ese país que no se amedrenta ante los grandes retos, que trabaja duro y sin mezquindades por el bien común, nos está siendo falta el país honesto, transparente que no es aficionado a los chistes ni a las falsas noticias, ese país que da sin esperar recibir, ni que le saquen una foto para las portadas, ni para taquillar en las redes sociales”, sentenció Ulloa.
Instó a que no se pierda que ese país que fuimos en enero de 2019 y se nos quede siempre, “no hay que inventar nada, ni esperar milagros, este país está ahí, aquí en nuestro ADN comunitario, en nuestro ser nacional, somos gente especial, aunque muchos panameños no quieran aceptar esto, somos gente especial, gente querida, gente feliz, gente optimista, lo que pasa es que a veces nos dejamos llevar por malos propósitos, por proyectos demasiados malos, a los que le falta Dios, por intereses mezquinos que achican la personalidad”.
“Quiero que nos unamos a la acción de gracia por los 2 años de la Jornada Mundial de la Juventud, en un día como hoy 24 de enero de 2019 ya estaba con nosotros el Papa Francisco, en este segundo aniversario de la Jornada Mundial de la Juventud que realizamos en Panamá 2019 recordamos con cariño a los miles y miles de peregrinos que llegaron de todas partes del mundo para encontrarse con el papa y a través del Papa con Cristo”, expresó Ulloa.
El arzobispo recordó y agradeció al Papa Francisco por la alegría, su actitud sencilla y llena de frescura ante las cosas de Dios. También agradeció a los más de 20 mil voluntarios que aportaron su tiempo y talento para ser posible este evento colosal, que algunos de ellos dejaron sus casas, sus trabajos, su vida allá en sus países y viajaron hasta acá un año antes para ayudarnos a organizar la Jornada Mundial de la Juventud.
El jefe de la iglesia católica señaló que esos muchachos y muchachas valientes, nos dejaron un gran ejemplo de trabajo y entrega, a Jesús, a María a la Iglesia porque que entendieron muy bien que son la hora de Dios y que se comprometieron a dar su aporte porque estuvieron convencidos que un Panamá mejor no es una utopía, puede ser una realidad.
De la semana del 22 al 27 de enero de 2019 fuimos testigo de una nobleza que impresionó al propio Papa Francisco, todas esas personas que nos visitaron quedaron fascinados de este país, pero no por los edificios altos ni la amplias avenidas ni el color de sus mares, y la campiña preciosa que tenemos; los peregrinos y sus acompañantes de los 5 continentes quedaron impresionados por la gente panameña, por nuestra calidad humana, por nuestra sencillez y optimismo por esa manera franca que tenemos de abrir los brazos y dar hospedaje y comida a quien lo necesita, techo y pan, dijo Ulloa.
Dijo que a quienes nos visitaron les resultó admirable que familias de todas las religiones abrieran sus casas para recibir peregrinos, que los taxistas los llevaran de un lado a otro sin cobrarles, que en cada esquina encontraran alguien dispuesto a orientarlos y apoyarlos ante cualquier necesidad sin malas intenciones ni dobles agendas y que en enero de 2019, Panamá, la misma que días antes estaba recelosa y dudaba del beneficio de un evento así en suelo patrio, se abrió de par en par y con la sonrisa ancha y su mejor cara dejó boquiabierto al mundo entero porque esta jornada resultó ser una de las más cálidas y más concurridas proporcionalmente hablando y resultamos ser gente buena, gente franca, gente amable, gente amorosa que brinda lo mejor que tiene para que el forastero se sienta acogido y como si estuviera en su propia casa.
Mencionó que hubo testimonios de peregrinos sacerdotes y hasta periodistas, quienes han estado en varias jornadas mundiales de la juventud, que expresaron que encontraron en Panamá algo distinto, algo noble y sencillo que los ha enamorado y es que fue una semana donde todo se dio con una precisión, una fluidez que admiro el propio comité organizador y que el secreto de que todos los países entraran en sintonía y se dispusieron a tocarse por el amor radicó en que nos dejamos tocar por la fuerza del espíritu, nos dejamos contagiar por si libertad, por su sencillez y por su luz, no fue magia, fue la combinación de las fuerza del espíritu y la nobleza natural de los panameños que crecimos con la herencia de ser hospitalario, alegres y solidarios.
Sin embargo, el arzobispo manifestó que en estos momentos que vive el país y el mundo, es momento para traer de vuelta esa nación que fuimos y que podemos ser, ya que nos hace falta aquella muestra de unidad, ese afán de servir al otro, de hacer lo necesario para que el otro esté bien y tenga todo lo que necesitas para ser feliz.