El ‘vamping’: más que un simple trasnocho
Usar aparatos electrónicos durante la noche pasa factura: afecta al organismo y las relaciones interpersonales, pero también expone a quien pasa largo tiempo ante personas malintencionadas.
Cuando la cuarentena debido a la pandemia de coronavirus obligó al mundo entero a encerrarse en sus casas para evitar contagios, las pantallas tecnológicas tomaron protagonismo y se convirtieron en la principal fuente de entretenimiento de niños, jóvenes y adultos.
Ha pasado más de un año desde entonces, y aún decenas de países, incluyendo a Panamá, mantienen restricciones de salida, por lo que ver televisión, jugar en línea o navegar en la internet ahora es un hábito que mantiene la atención de muchos atrapada en esos dispositivos electrónicos.
Lo que parecía una rutina de pocos minutos se ha descontrolado, y hay padres que ahora no logran despegar a sus hijos de las pantallas, incluso durante altas horas de la noche.
Eso lo sabe bien la señora Lucía (seudónimo), cuya hija de 13 años está, según sus propias palabras: “día y noche pegada a ese celular”. La ama de casa, con un poco de vergüenza admite que a veces son las dos o tres de la mañana y su hija está despierta, situación que ha empeorado durante las vacaciones escolares. Lo peor, es que en el día se despierta tarde y si tienen que salir para hacer alguna diligencia opta por quedarse en casa o simplemente se acuesta a dormir en el asiento trasero del auto.
“Ya le dije que tiene que dejar ese celular, porque ahora mismo empieza la escuela y no se puede trasnochar”, comentó, mientras que su hija mostró media sonrisa, casi una mueca.
Lo que le sucede a la hija de la señora Lucía no es más que el denominado “vamping”, que consiste en la práctica de trasnocharse para seguir conectado al internet o las redes sociales. El término hace referencia a los vampiros, que no duermen en las noches. Este va muy ligado al término “phonbie” (unión de las palabras en inglés phone y zombie), que describe a las personas adictas al teléfono móvil.
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Mónica Villalaz, quien preside la fundación Vida Segura, que promueve el uso seguro, positivo y responsable de la tecnología, menciona que al permitir el uso de dispositivos móviles en horario nocturno se incrementan las amenazas, no solo en el tiempo de estar frente a una pantalla, sino también el estar en contacto con personas desconocidas cuyas intenciones podrían no ser buenas. Y es que, explica que el niño o niña, al no ser visto por el adulto responsable y no tener un acompañamiento, puede ser víctima de desconocidos que lo que buscan es generar confianza para lograr un objetivo sexual.
Según Villalaz, la tendencia de los chicos y chicas que practican vamping es estar en los videojuegos o generando videos para sus redes sociales, lo que los pone en un estado de vulnerabilidad, porque están más expuestos a riesgos como el grooming (engaño pederasta) o practicar sexting (envío de mensajes de tipo sexual, erótico o pornográfico mediante dispositivos electrónicos).
Villalaz, quien es coach de padres en disciplina positiva, considera que el vamping puede afectar no solo a niños y niñas o adolescentes, sino también a los adultos, por el tema de la luz azul que emiten las pantallas. “Cuando se practica vamping se tiene normalmente la luz apagada del lugar donde se encuentre y se suele tener el brillo a tope en las pantallas de los celulares”.
Recuerda que esa luz azul previene la creación de melatonina, que es el químico que produce el ciclo normal del sueño y entonces este se rompe. “Por eso se tiene sueño al día siguiente, se pierde concentración, se está con ansiedad y de malhumor. Además, el cerebro de niños y adolescentes está en pleno desarrollo, por lo que el cuerpo necesita descanso”, dijo.
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Por otro lado, las pediatras españolas María Alfaro González y Ana María del Río López en su escrito “Trasnochando con internet: el vamping” destacan que la conexión a internet puede ser adictiva, y por ende, trae como consecuencia que se dé un cambio en las relaciones interpersonales, ya sea con los padres, hermanos, amigos e incluso profesores, pues hay falta de horas de sueño, cansancio, somnolencia, dolores de cabeza o musculares, además de calambres y depresión. Sin obviar un bajo rendimiento escolar.
“Es necesario que las familias establezcan normas de uso de los dispositivos para crear un equilibrio en el tiempo que pasan frente a las pantallas y el tiempo que no”, sostuvo Villalaz, haciendo alusión a que la Organización Mundial de la Salud tiene entre sus nuevas enfermedades la adicción a los videojuegos.
Sin embargo, la responsabilidad de generar un equilibrio en el uso de estos dispositivos no solo en la noche, sino a lo largo del día, no es exclusiva de los tutores/cuidadores/responsables de esos niños y niñas o adolescentes, también es responsabilidad de empresas proveedoras de internet, desarrolladores de tecnología y dispositivos móviles. “Tampoco debemos satanizar el uso de la tecnología, al contrario, debemos impulsar en nuestros hijos que ese uso se dé positiva, responsable y equilibradamente. Es decir, tener tiempo frente a pantallas y tiempo fuera de ellas”, concluyó Villalaz.