Opinión - 07/10/18 - 01:00 PM

Hasta luego Don Maco...

Ese es el Maco Rosas que recuerdo, la persona siempre atenta, servicial y que me inspiró mucha confianza. Al que le gustaban los mariachis, el buen vino, y arroz con frijoles.

 

Por: Por Rigoberto Dumas Castillero -

 
Como un guerrero que fue durante toda su vida entregó su alma al creador Don Jesús Lisimaco Rosas Abrego. Maco le hizo honor a su nombre “Lisímaco” quien fue sucesor de Alejandro Magno, un guerrero de muchas batallas, pero que no pudo escapar de la enfermedad que lo aquejo hace algunos años.
Recuerdo aquella vez en 1998 que Maco me contrató como su asesor de comunicación. Creo que tenía yo como unos 31 años. Lo primero que me dijo “lee muchos documentos, columnas, noticias políticas de Panamá y el mundo”.
Me dejó bien claro, súper claro, que le hablara siempre con la verdad, nada de adulaciones, que fuera sincero y le planteara las cosas tal como eran.
Así fue y de allí surgió una gran amistad con este veterano político que me enseñó muchas cosas. A diferenciar quiénes son los amigos, que la familia es importante a pesar de todas las cosas y sobre todo a tener lealtad.
C
Maco fue amigo de los amigos. Un buen consejero, pero también aprendí que uno siempre debe estar dispuesto a escuchar y cambiar el rumbo si nos equivocamos.
Cuando trabajamos junto recorrí casi todo el país conversando con la gente, conociendo sus problemas y sobre todo, planteando alternativas para mejorar la calidad de vida de los panameños.
En esas giras fue su maestro de ceremonias, periodista, fotógrafo, etc. Aprendí a ser un pulpo y que se debe trabajar duro en mi profesión, hoy estoy agradecido por conocerlo.
Nunca olvidaré aquella vez que fue al funeral de mi papá y en la iglesia sentí una palmada en la espalda, al voltearme vi su rostro y con un fuerte abrazo me dio las condolencias.
Me tomé cualquier cantidad de café y buenos vinos en su oficina, reuniones interminables de política, buenos tragos con sus amigos y sobre todo lo vi como un estratega de la política que imponía respeto y autoridad con sus planteamientos.
Ese es el Maco Rosas que recuerdo, la persona siempre atenta, servicial y que me inspiró mucha confianza. Al que le gustaban los mariachis, el buen vino, y arroz con frijoles.
El Maco que como buen “Charro” imponía autoridad con su mirada y sobre todo el político que se distinguió con su clásico sombrero donde expresaba y le daba valor a la importancia de ser consecuente en la política.
Que tengas buen viaje... ¡Viva Jesús Maco Rosas! ¡Viva!

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