Opinión - 12/2/24 - 11:45 AM

Martinelli y el sobrecarnaval

Todo el día hablando de los efectos dañinos de la cerveza, ginebra clandestina, "concha" y tragos producían un efecto contrario en uno, ¡unas ganas de beber!

 

Por: Chico Perico (12/2/24) -

"Hemos decidido", declara José Raúl, "no carnavaliar". Me incluyo entre bebedores moderados en la categoría de "bajo riesgo" quienes despliegan en carnaval hábitos de consumo no problemáticos. El equipo Martinelli acepta el sobrecarnaval para hacerse solidario con la decisión de aquel de permanecer en la embajada. También yo, por razones distintas, opté por ensayar esto en el 2024.

No resulta fácil para uno acostumbrado a "empinar el codo con ganas, pero, sin vicio". Este sobrecarnaval cargó con sus propias circunstancias. Ayer, domingo sobrio, noté como nunca antes los labios de los vientos de una murga gigantesca de 30 músicos en La Villa: saxos, trompetas y trombones "empezaban a sonar fatigados". Cada día deben sonar unas seis horas: tres en el culeco, bajo chorros de agua, y tres en el desfile nocturnal. El seco anestesia y da energías.

Compadezco a las bellas reinas y al séquito de asistentes bajo pleno sol y sus disfraces de alerones fustizados por el viento.

Hace siglos, la cerveza me sabía horrible. "Ahora con cerveza, no hay tristeza". Cierto que el carnaval significa mi momento para abusar. La sabrosa adicción desinhibe y cambia el color de la realidad al alcohol.

Acudí a consejeros que transitan de borrachos conocidos a alcohólicos casi anónimos. Los amigotes se ofenden si niegas el trago que te ofrecen. Intenté la cerveza "0" alcohol. Sabe a purgante. Luego tomé zumo de naranja. Los bebedores insistían en mezclarlo con seco. Es muy evidente el clufeo. Y además, tiene demasiada azúcar.

Entre borrachos existe todo un vademécum escrito. La principal ordena: "chupa y diviértete, la vida es corta", dice el bebedor; alguna patología desanda la cabeza del que no bebe. Además, es sabido, el abstemio juzga al mono payaso que le saca la bebida en lo ridículo que es.

La pregunta resulta inevitable. ¿Qué te pasa Jaime, te metiste en la iglesia? ¿Por qué desde los carnavales 2023 no bebes? La presión aumenta.

Hace décadas, hice un diplomado en el Instituto Superior de Alcoholismo en Costa Rica. Todo el día hablando de los efectos dañinos de la cerveza, ginebra clandestina, "concha" y tragos producían un efecto contrario en uno, ¡unas ganas de beber!

Entendí que la inflamación crónica comienza con la acumulación de grasa. Luego progresa hasta la cirrosis incurable. Esta se llevó a emblemas de arte como el sonero mayor Beny Moré, el rey de las rancheras, Javier Solís, el actor André García, el cantante Frankie "La rueda" Ruiz y el "Príncipe de la canción", el tenor José José.

La presión social es muy pesada, presionando las delicias del brindar. Bien lo admite José Raúl, el carnaval es de las épocas más difíciles para mantenerse sobrio. La decisión tiene sus claros y oscuros. Acercarse al votante y conseguir aceptación es clave para un político. En el hombre, animal político por naturaleza, existe una necesidad latente de admitir normas que faciliten la aprobación de electores. El alcohol, en dosis moderadas, afloja defensas, desinhibe y acerca. Hasta allí bien. Luego, después del mono payaso, o bien demora en salir el patológico oso gruñón.

 

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