Opinión - 12/7/19 - 10:30 PM
Migración “chama”
En la “pifiosa” década de los Ochenta, la oleada migratoria de entonces procedía de la paradisiaca isla de Cuba. El régimen castrista permitió la salida de miles de personas y gran parte de ellos llegaron a Panamá, buscando la tan anhelada “visa para un sueño” a los Estados Unidos de América. Tras las penurias, muchos lograron la meta y sobrevivieron el largo camino al territorio gringo.
Recuerdo en esos días, cuando salía de la secundaria, se observaban a los cubanos vendiendo pastillas, dulces y demás baratijas en los cruces viales. Los semáforos se llenaban de migrantes caribeños, los cuales recolectaban el dinero suficiente para “negociar” su salida de Panamá y viajar a los “States”. Luego, supe que muchos militares de la dictadura criolla se aprovecharon de ellos, para robarles unos dólares más.
En el presente, la migración venezolana es la más importante de las tres últimas décadas. Más de cien mil personas han llegado a Panamá, huyendo a la represión política y la crisis económica que provoca el régimen de Nicolás Maduro. Por supuesto, el impacto en el mercado laboral y los pequeños negocios ha sido determinante en la relación con los habitantes istmeños. Para bien o para mal.
Lamentablemente, algunos venezolanos de clase media alta han escenificado incidentes con panameños, llegando al extremo de recriminarnos por nuestra forma de ser. De que somos perezosos o reflejamos poca productividad en la prestación de servicios. El otro factor es el reemplazo de la mano de obra panameña, cubierta por el Código de Trabajo de 1995, por extranjeros del vecino país sudamericano, que reciben hasta un tercio de la paga diaria establecida.
Que más del 90% de los motorizados repartidores sean venezolanos, no me importa. Lo que si molesta es, por ejemplo, que un empresario tal prefiera contratar a un “chamo” para hacer una página web o administrar redes sociales, pagándole lo más mínimo (200 balboas), frente a los mil dólares que un especialista panameño en sistemas hubiera exigido. Allí comienza la sensación de que los migrantes están desplazando a quienes nacimos en Panamá.
Urge implementar una nueva norma migratoria, para evitar que se desborden las pasiones. Que quienes no estén con los papeles en regla, se vaya a otras latitudes. Ahora entiendo a Donald Trump y las quejas de los gringos, con el tema de los ilegales que les quitan los empleos en la Unión Americana. Veremos cómo queda la “Ley Zulay” y su impacto inmediato, cuando entre en vigencia.
Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigas y amigos...
Recuerdo en esos días, cuando salía de la secundaria, se observaban a los cubanos vendiendo pastillas, dulces y demás baratijas en los cruces viales. Los semáforos se llenaban de migrantes caribeños, los cuales recolectaban el dinero suficiente para “negociar” su salida de Panamá y viajar a los “States”. Luego, supe que muchos militares de la dictadura criolla se aprovecharon de ellos, para robarles unos dólares más.
En el presente, la migración venezolana es la más importante de las tres últimas décadas. Más de cien mil personas han llegado a Panamá, huyendo a la represión política y la crisis económica que provoca el régimen de Nicolás Maduro. Por supuesto, el impacto en el mercado laboral y los pequeños negocios ha sido determinante en la relación con los habitantes istmeños. Para bien o para mal.
Lamentablemente, algunos venezolanos de clase media alta han escenificado incidentes con panameños, llegando al extremo de recriminarnos por nuestra forma de ser. De que somos perezosos o reflejamos poca productividad en la prestación de servicios. El otro factor es el reemplazo de la mano de obra panameña, cubierta por el Código de Trabajo de 1995, por extranjeros del vecino país sudamericano, que reciben hasta un tercio de la paga diaria establecida.
Que más del 90% de los motorizados repartidores sean venezolanos, no me importa. Lo que si molesta es, por ejemplo, que un empresario tal prefiera contratar a un “chamo” para hacer una página web o administrar redes sociales, pagándole lo más mínimo (200 balboas), frente a los mil dólares que un especialista panameño en sistemas hubiera exigido. Allí comienza la sensación de que los migrantes están desplazando a quienes nacimos en Panamá.
Urge implementar una nueva norma migratoria, para evitar que se desborden las pasiones. Que quienes no estén con los papeles en regla, se vaya a otras latitudes. Ahora entiendo a Donald Trump y las quejas de los gringos, con el tema de los ilegales que les quitan los empleos en la Unión Americana. Veremos cómo queda la “Ley Zulay” y su impacto inmediato, cuando entre en vigencia.
Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigas y amigos...