Promesas de campaña
De manera inequívoca, la promesa lleva intrínseco una obligación, por lo menos moral, de cumplir lo prometido. Una de las acepciones del DRAE sobre el término prometer es: "obligarse a hacer, decir o dar algo". Encierra, por tanto un compromiso, si se entiende de esas cosas.
Conocido es que en política la capacidad de prometer es infinita, lastimosamente, sobretodo en campaña cuando de atraer los votos se trata. No por gusto, el nivel de credibilidad de la denominada clase política ha caído en un abismo gigante que desilusiona porque afecta a todos los incautos que se dejan llevar por promesas, la mayoría de las veces, hechas a raíz de un momento o circunstancia determinada. No me voy a referir a ninguna promesa en particular. Unas las veo posibles, otras simplemente una irresponsabilidad.
El final del gobierno de Varela despejará las dudas de cuanto hay disponible en las arcas para poder hacer o invertir durante lo que resta del año actual y la posibilidad de tener un presupuesto holgado del 2020 en adelante. Viví una campaña a lo interno del partido y se lo tentador que resulta prometer a cada grupo lo suyo. Eso es fácil y hasta debe ser toda una aventura arrancar aplausos derivados de promesas esperadas a un determinado grupo o comunidad. No por gusto existe el refrán de que en campaña se prometen puentes donde no hay ríos. A mi me preguntaron sobre aumento de salario a jubilados, abaratar el costo de la energía, incrementar el presupuesto de los municipios subsidiados, dotar de agua a todo el país, máxime luego de las mentiras de Varela al respecto, aumentar la lista y montos de subsidios, en fin, era una lotería y eso que era una primaria. Por ello, sin excepción dije siempre que mi promesa mayor era la reforma del Estado a través de una Constituyente porque sabía que era la piedra angular, la reforma, de avanzar en la estructuración de un Estado más eficiente para poder satisfacer las múltiples demandas nacionales.
En esos tiempos pregunté a un economista amigo y conocedor de las finanzas públicas sobre el tema habida cuenta de que los 24 mil millones de presupuesto se entienden, en la amplia base del país, como sinónimo de plata en el banco disponible para gastar sin adentrarse en entender que esa cifra o la que resulte en el futuro,dependerá de los ingresos y la capacidad de cobrarlos atendiendo a las proyecciones económicas de los distintos sectores. Este amigo me dijo que el presupuesto se lo lleva el servicio de la deuda y el pago del funcionamiento del gobierno, dejando un porcentaje pequeño para inversiones. Si además le sumas el saldo de los contratos llave en mano, se podrán imaginar que responsablemente no queda mucho para cositas. Obviamente se trata de hacer lo que corresponda para bajar las distorsiones que existen, pero esta suma no es de fácil obtención desde fuera del gobierno y menos su real ejecución desde el gobierno porque conlleva sacrificios y costos que inciden en la tranquilidad social de grandes sectores. Se deben hacer, si, pero cómo y cuándo es la pregunta. Muchos de esos ajustes si se ensayan dependerán de leyes. No veo mayorías cómodas de ningún grupo en la Asamblea y si volvemos a las planillas y demás sinecuras nada cambió.
Otro amigo con experiencia ministerial me comentó que veía con lástima al que le toque ser Ministro del MEF ya que a su juicio, un nuevo gobierno con juicio, deberá entrar aplicando fuertes mediadas de austeridad, en parte por las razones dichas arriba, si se quiere gobernar con responsabilidad. Por ello, las promesas de campaña no necesariamente serán posibles, menos las populistas que abundan, porque lo más seguro es que no sobrará para cositas.
Cada quien saque sus conclusiones. Lastimosamente los llamados debates no alcanzan para debatir y menos para plantear aspectos de fondo respecto del universo de problemas y expectativas. Deberían programar uno con una sola pregunta, sin moderadores que atosiguen, y que en vez de minuto y medio, los candidatos se puedan explayar en ese único tema y poder sacar los electores mejores ilustraciones sobre los aspirantes. Pero eso es pedir demasiado. Veremos que resulta de tanto y de tan poco. Definitivamente falta menos, mucho menos para el 5 de mayo, día que espero sea de gran fiesta por quien se larga del poder.
Mientras, ¡el reloj sigue su marcha y cada día que pasa es uno menos de todos ellos allá!