Sucesos - 09/10/18 - 01:00 PM
El silencio de la iglesia en el caso del Hotel El Panamá causa más morbo
El exseminatista afirma que la Iglesia calla para mantener el prestigio y asegura que lo mejor es hablar con claridad
Marcos Manjarrez vuelve a la escena pública ahora como abogado en un delicado caso de asesinato en el que se menciona al padre David Cosca, quien fue separado de su ministerio durante el tiempo que duren las investigaciones, según informó el monseñor José Domino Ulloa.
Muchos ven al hombre, alto, delgado y moreno, sin recordar su pasado. Manjarrez era seminarista cuando mató a apuñaladas al monseñor Jorge Isaac Altafulla en el 2002. Fue en un lugar de Dios, la iglesia de Nuestra Señora de Guadulupe, un día de mayo (el 19).
Muchos ven al hombre, alto, delgado y moreno, sin recordar su pasado. Manjarrez era seminarista cuando mató a apuñaladas al monseñor Jorge Isaac Altafulla en el 2002. Fue en un lugar de Dios, la iglesia de Nuestra Señora de Guadulupe, un día de mayo (el 19).
Ya este hombre pagó su condena y se hizo abogado. Pero, la pregunta se mantiene en el aire. ¿Cómo un hombre religioso, que conoce más que nadie los dictamenes de la iglesia y los mandamientos que rigen la fe católica pudo cometer tan horrendo crimen?
En una entrevista que le ofreció el exseminarista a la periodista Brenda Ducrox, de Día a Día, Manjarrez describe a Altafulla como una persona que representa todo lo que no debe ser un sacerdote, racista y hasta enredado sentimentalmente con una mujer. Además, señala a quienes manejan la Iglesia Católica de Panamá como encubridores de escándalos, cuyo protagonistas han sido religiosos.
Manjarrez afirma que en un principio sentía admiración por Altafulla, pero esa imagen fue cambiando al presenciar actos impropios de un cura. Afirma que este monseñor mantenía una relación amorosa con una mujer casada y con hijos. Los dictamenes de Iglesia Católica prohiben a los sacerdotes tener parejas, el celibato rige aún.
Manjarrez contó que el esposo de la dama, un médico de la ciudad, los sorprendió en su casa cuando estaban juntos. Las irregularidades, según Manjarrez, fueron presentadas, pero ignoradas por los miembros de la Iglesia. ¿Por qué?
"A las personas que dicen que no hay excusa para matar, yo les doy toda la razón, pero que a esas personas cuando les toquen a un hijo, verán el hecho de otra forma", expresó el exseminarista.
De la admiración a la acusación
En una entrevista que le ofreció el exseminarista a la periodista Brenda Ducrox, de Día a Día, Manjarrez describe a Altafulla como una persona que representa todo lo que no debe ser un sacerdote, racista y hasta enredado sentimentalmente con una mujer. Además, señala a quienes manejan la Iglesia Católica de Panamá como encubridores de escándalos, cuyo protagonistas han sido religiosos.
Manjarrez afirma que en un principio sentía admiración por Altafulla, pero esa imagen fue cambiando al presenciar actos impropios de un cura. Afirma que este monseñor mantenía una relación amorosa con una mujer casada y con hijos. Los dictamenes de Iglesia Católica prohiben a los sacerdotes tener parejas, el celibato rige aún.
Manjarrez contó que el esposo de la dama, un médico de la ciudad, los sorprendió en su casa cuando estaban juntos. Las irregularidades, según Manjarrez, fueron presentadas, pero ignoradas por los miembros de la Iglesia. ¿Por qué?
"A las personas que dicen que no hay excusa para matar, yo les doy toda la razón, pero que a esas personas cuando les toquen a un hijo, verán el hecho de otra forma", expresó el exseminarista.
"Sucio, no toques a mis niños"
Manjarrez, el 19 de mayo de 2002 y en la escena del crimen, dejó escrito un mensaje con lápiz labial rojo, en el piso, al lado donde yacía el cuerpo de Altafulla :“Sucio, no toques a mis pela'os”.
La Iglesia Católica ha sido golpeada por graves escándalos, que se conocen 20 y 30 años después de haber ocurrido. Sacerdotes, de distintas jerarquías, han sido señalados como pedófilos y separados de la protección del poder religioso y entregados a las autoridades.
En Panamá, según Manjarrez, y en su caso particular, los representantes de la Iglesia Católica panameña, que en ese entonces era dirigida por monseñor José Dimas Cedeño, conocían lo que ocurría.
"Siempre se callan todo para mantener el prestigio de la iglesia. Crímenes contra menores de edad que datan de los '60 salen ahora porque la gente está perdiendo el temor. Cuando yo hablé con el padre Dimas Cedeño [Arzobispo metropolitano en ese momento] sobre el sacrilegio del padre, nunca hubo ninguna reacción. [El hoy arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Panamá], José Dimas Cedeño, sabía de la relación que tenía Altafulla con la mujer casada".
Dentro de las sagradas paredes de la iglesia, hay de todo, según Manjarrez, quien describe a sacerdotes santos y entregados al ministerio como David Cosca y otros, como aquel que mencionó de la parroquía San Gerardo de Mayela, quien mantenía un comportamiento impropio con los menores de edad, según Manjarrez, al referirse al cura que fue llamado atestiguar en la audiecia que se le siguió por el crimen de Altafulla.
"Yo lo vi besándole el cuello y orejas a menores de edad y luego este sacerdote fue a rendir declaración y dijo que no me conocía a mí y que yo era un cristiano incompleto, habiendo yo sido catequista de esa parroquia y teniendo a mi cargo más de 30 niños durante diez años. Y cuando terminó la audiencia, el premio fue un viaje a Roma que le pagó el arzobispo de ese tiempo", recordó Manjarrez.
La Iglesia Católica ha sido golpeada por graves escándalos, que se conocen 20 y 30 años después de haber ocurrido. Sacerdotes, de distintas jerarquías, han sido señalados como pedófilos y separados de la protección del poder religioso y entregados a las autoridades.
En Panamá, según Manjarrez, y en su caso particular, los representantes de la Iglesia Católica panameña, que en ese entonces era dirigida por monseñor José Dimas Cedeño, conocían lo que ocurría.
"Siempre se callan todo para mantener el prestigio de la iglesia. Crímenes contra menores de edad que datan de los '60 salen ahora porque la gente está perdiendo el temor. Cuando yo hablé con el padre Dimas Cedeño [Arzobispo metropolitano en ese momento] sobre el sacrilegio del padre, nunca hubo ninguna reacción. [El hoy arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Panamá], José Dimas Cedeño, sabía de la relación que tenía Altafulla con la mujer casada".
Dentro de las sagradas paredes de la iglesia, hay de todo, según Manjarrez, quien describe a sacerdotes santos y entregados al ministerio como David Cosca y otros, como aquel que mencionó de la parroquía San Gerardo de Mayela, quien mantenía un comportamiento impropio con los menores de edad, según Manjarrez, al referirse al cura que fue llamado atestiguar en la audiecia que se le siguió por el crimen de Altafulla.
"Yo lo vi besándole el cuello y orejas a menores de edad y luego este sacerdote fue a rendir declaración y dijo que no me conocía a mí y que yo era un cristiano incompleto, habiendo yo sido catequista de esa parroquia y teniendo a mi cargo más de 30 niños durante diez años. Y cuando terminó la audiencia, el premio fue un viaje a Roma que le pagó el arzobispo de ese tiempo", recordó Manjarrez.
Deja el catolicismo y abraza las leyes
El tiempo, la experiencia y la cárcel han marcado al hombre que desde pequeño quiso ser sacerdote y abrazar el catolicismo, pero que hoy, ha cambiado y entregado su fe a la iglesia Bautista.
El destino y la abogada Sarai Blaisdel, quien lo contrato, lo marcan de nuevo y lo sitúan en la vista pública. Manjarrez es uno de los abogados en uno de los casos más sonados de los últimos años, en el que se menciona al hombre que califica como un sacerdote entregado a su ministerio: David Cosca.
Es defensor de Valentín Calderón, quien encontró el cuerpo de Eduardo Calderón en el hotel El Panamá. Califica el caso de complejo y afirma que le llama la atención que la persona detenida por este caso, Hidadais Saavedra, no ha rendido declaración todavía.
De este caso no quiso hablar mucho, solo aseguró no ha redcibido amenzas de la Iglesia Católica, pero sí "han torcido brazos de personas de las que he querido respuesta" del caso.
De este caso no quiso hablar mucho, solo aseguró no ha redcibido amenzas de la Iglesia Católica, pero sí "han torcido brazos de personas de las que he querido respuesta" del caso.
Después de su peregrinaje por el catolicismo, Manjarrez asegura que el silencio de la iglesia en el caso del Hotel El Panamá causa más morbo y es un convencido que es mejor hablar claramente.