La ciudad argentina que se organizó para ayudar a sus protectoras de animales
Los animales abandonados en la calle son uno de los principales problemas de la localidad
La cuarentena pone límites para las salidas de todas las personas. Sin embargo, los animales callejeros no tienen casa en la que confinarse y continúan vagando por las calles de ciudades como la argentina Río Grande, en la que el gobierno local y vecinos se han unido para ayudar a las protectoras a lidiar con la situación.
Los animales abandonados en la calle son uno de los principales problemas de la localidad, según el subsecretario de Gestión Ciudadana de Río Grande, Diego Radwanitzer, uno de los responsables de armar una red solidaria para la pandemia que, en menos de diez días, reunió más de 1.000 kilos de alimento y otros útiles de higiene para las protectoras.
Pese a que la población varía con frecuencia, Radwanitzer destaca en una entrevista con Efe que en el último censo de la ciudad, ubicada en la provincia de Tierra del Fuego, la más sureña del país, se calculó que había aproximadamente unos 50.000 gatos y 50.000 perros frente a 120.000 habitantes.
Es decir, casi una mascota por persona, lo que genera problemas cuando los dueños no son responsables.
LA CUARENTENA DIFICULTA TODO
Pese a los pocos contagios que hubo por coronavirus, la cuarentena rige en Río Grande desde hace mes y medio, lo que dificulta la actuación para las protectoras.
Durante semanas no hubo castraciones, lo que hará que haya más cachorros a los que buscar casa. Además, los animales siguen llegando, pero las adopciones son más lentas.
La protectora Guardia Animal asegura que la pandemia paralizó todo.
“No se puede hacer nada”, lamenta su presidenta, Graciela Cornejo, que, en sus diez años de trabajo en el municipio, ha encontrado familia para más de 1.500 animales y cuidado incluso a un cóndor en la organización.
En la actualidad, Guardia Animal alberga a 87 perros y 25 gatos que se reparten entre distintas casas de voluntarios, entre ellas la de la propia Cornejo.
En la misma situación está Lorena Silva, de la protectora “Amo a los animales RG”, que tuvo que posponer su entrevista con Efe para recoger a cinco cachorros de galgo abandonados a la intemperie.
Ella explica que solo puede salir dos veces a la semana, lo que dificulta las adopciones y la recogida de animales.
En la actualidad, cuida 17 perros que esperan familia en su casa, a lo que hay que añadir otros que están en hogares de tránsito .
Silva destaca la solidaridad de los vecinos que, no solo participaron en la donación, sino que además, cada vez que la protectora publica en redes sociales, ofrecen ayuda y comparten los mensajes para buscar adoptantes.
UNA BATALLA CULTURAL
Por un lado, Radwanitzer culpa al anterior Ejecutivo de abandonar el área que se encarga de la salud animal, pero también pone otra parte de la carga sobre los hombros de parte de sus vecinos.
“Es una batalla cultural y educativa (para) que el vecino y la vecina entiendan que (…) uno tiene que ser responsable de su mascota y pasearla como corresponde”, asegura el funcionario, quien cuenta que algunos vecinos simplemente abren la puerta y el perro sale a hacer sus necesidades sin supervisión.
Niños mordidos, bolsas de basura rotas y personal de limpieza que es amenazado por los perros, peleas entre los animales... La problemática derivada de esta falta de supervisión de los animales domésticos es múltiple.
Para mejorar la situación, el Gobierno local colabora con las protectoras para reanudar de manera ordenada las castraciones, afirma Radwanitzer.
Por su parte, Cornejo asegura que en los diez años que lleva funcionando su protectora ha visto una gran evolución en su trato a las mascotas.
Silva comparte esta opinión, pero destaca que al mismo tiempo hay que seguir informando porque persisten hábitos nocivos para los animales: alimentar mascotas con sobras, paseos sin correa, excrementos sin recoger...
MALTRATO ANIMAL, UN PROBLEMA PERMANENTE
También hay otro problema al que no detiene ningún virus: el maltrato. Tanto Guardia Animal como Amo a los Animales RG trabajan con seres atacados por sus dueños o que, tras sufrir algún percance, fueron abandonados a su suerte.
Por ejemplo, Silva cuida a una caniche ciega que encontró en la calle y a una perra que fue abandonada en el veterinario tras ser atropellada y que no puede valerse por sí misma.
Por ello, es importante no paralizar las adopciones, ya que si hay demasiados animales no puede cuidarlos adecuadamente.
Cornejo recuerda especialmente a Valiente, un can que encontró una Navidad y al que habían quemado con agua caliente y cortado las orejas. Tras ocho meses recuperándose, fue adoptado por una familia con la que sigue viviendo “feliz de la vida”.
La presidenta de Guardia Animal se muestra dura con los maltratadores a los que persigue en la justicia, aunque de momento no ha conseguido ninguna condena penal contra ellos.
Esta ausencia de condenas, le lleva a “lamentablemente” verse obligada a recurrir a otras vías como los “escraches” sociales, lo que hace que “los cobardes”, como ella los denomina, tengan miedo a su protectora, asegura.
El inicio de las castraciones y las donaciones de sus vecinos aliviarán a las protectoras hasta el fin de la cuarentena, cuando los habitantes de Río Grande podrán salir a sus casas y quizá volver con un animal que necesite un nuevo hogar.