Niños y adolescentes con autoestima: adiós a la sobreprotección
“Los padres de hoy sí quieren que sus hijos sean personas estables emocionalmente, felices y maduras, pero el problema es que lo estamos haciendo peor que dos generaciones atrás”, asegura psicóloga.
Educar a niños y adolescentes con autoestima y confianza en sí mismos significa convertirles en adultos maduros. Pero hoy en día la sobreprotección y la ausencia de límites les transforma en víctimas de sus propias inseguridades. La psicóloga María Jesús Álava nos ofrece las claves para potenciar la seguridad en la infancia y la adolescencia.
“Lo mejor de tu vida eres tú” (Ed. La esfera de los libros) es la nueva obra de María Jesús Álava Reyes y en ella aborda la autoestima y la confianza en uno mismo en diferentes momentos vitales, como en la infancia y adolescencia.
“Los padres de hoy sí quieren que sus hijos sean personas estables emocionalmente, felices y maduras, pero el problema es que lo estamos haciendo peor que dos generaciones atrás”, asegura la psicóloga en una entrevista con EFEsalud.
Una generación de padres preocupados por el bienestar y la educación de sus hijos pero perdidos en el camino que les lleve a la estabilidad.
¿Cómo potenciar la autoconfianza del niño?
Según María Jesús Álava, la clave para educar niños con un nivel óptimo de autoestima y confianza en sí mismos es que los mayores que les rodean crean en ellos.También los modelos o referentes que les ofrezcamos marcarán su desarrollo, su ejemplo a seguir.
En esa etapa también es aconsejable:
Potenciar la creatividad: tanto en el ámbito familiar como escolar y eso significa dedicarles tiempo de calidad.
La relación con su entorno: fomentar la ayuda mutua, la generosidad, la tolerancia, la participación en equipo y el respeto a la naturaleza.
La singularidad de cada niño: ni sirve ni es justo tratar a todos los hermanos o a todos los alumnos por igual.
Apoyar pero respetando: activar sus buenos sentimientos pero sin dejarles indefensos ante la influencias negativas o manipulación del entorno.
Facilitarles el descubrimiento de sus aptitudes: aprenderán a expresar y defender sus ideas desde el convencimiento, la seguridad y el equilibrio emocional.
Las turbulencias de la adolescencia
La adolescencia es la etapa de cambios profundos que prepara a la persona para convertirse en un adulto maduro y firme o en otro manipulable, en manos del entorno.
Por eso la educación se convierte en la herramienta fundamental en una etapa en la que el adolescente cuestiona la autoridad, deja en segundo plano a la familia en favor del grupo de amigos, tiene crisis de identidad y necesita que sus padres confíen en él, además de percibirles seguros.
“Antes -apunta la especialista- predominaba el sentido común y los padres sabían dónde poner los límites. Hoy en día predomina la sobreprotección, el principal error que estamos cometiendo”.
Una sobreprotección que les desestabiliza y “les convierte en esclavos de sus propias pulsiones”, añade la directora del Centro de Psicología Álava Reyes y experta en psicología de empresa, clínica y educativa.
Las normas son negociables, los límites no
“Que nos pidan todo es normal en la adolescencia, que nosotros pongamos la frontera es una responsabilidad de adultos. En la educación hay que saber decir no”, subraya la experta.
Por eso, la psicóloga María Jesús Álava anima a los padres a poner límites, unos límites que no son negociables a diferencia de las normas que sí se pueden convenir en función de la edad, del comportamiento…”.
“No es bueno que les digamos una cosa hoy y otra distinta mañana. Necesitan tener las cosas claras, van a intentar llegar al máximo pero está claro que buscan que los mayores sepan dónde cortarles”, apunta la psicóloga.
Algunos, ya adultos, “llegan a reprochar a sus padres el que hayan sido tan cómodos y les hayan dado todo”, indica.
Los errores más frecuentes que deben evitar los padres
En la educación del adolescente los padres no deben:
Intentar ser colegas en vez de padres: los padres debe asumir su papel y sus funciones para poder centrar a sus hijos.
Tratar de ganar su favor haciendo de buenos o poniéndose siempre de su parte
Dejar que los adolescentes marquen los límites, aunque las normas se pueden negociar.
Ceder para evitar males mayores pensando que esto pasará con el tiempo, sólo conseguiremos que el adolescentes cada vez tenga menos autocontrol.
Protegerles en exceso, hacer que el mundo gire en torno suyo: deben vivir sus propias crisis y aprender a resolverlas.
Creer que en cualquier situación el diálogo arregla todo: los adolescentes aprenderán a dialogar cuando nos vean seguros y cuando les ayudemos a cortar sus estallidos irracionales.
Sacrificar a otros hermanos o miembros de la familia: es injusto que otros cedan para evitar una tensión mayor.
Favorecer el consumismo: si favorecemos que den valor a las cosas terminarán por no dar valor a las personas.
Educar en el resentimiento es educar en la intolerancia, la falta de generosidad y la ausencia de valores.