El Real Madrid se engrandece
El Real Madrid dio un nuevo paso firme en su crecimiento continuo.
Dos grandes zurdazos, de Toni Kroos para romper el partido y Marco Asensio para sentenciarlo, sellaron el liderato de grupo de un Real Madrid que transmite grandes sensaciones, ilusiona al madridismo con una racha sin fin de nueve triunfos consecutivos tras superar a un buen Inter de Milán que se topó con su maldición del Bernabéu.
El Real Madrid dio un nuevo paso firme en su crecimiento continuo. El pase sellado a octavos de final por ambos equipos le añadía a un duelo con sabor a clásico europeo, la opción de atacar con sus bazas en busca de un liderato que, en teoría, puede ayudar a un cruce benévolo aunque estando la amenaza del PSG entre los segundos, nunca se sabrá lo que habría sido mejor. El caso es que el Real Madrid quiso el liderato y el Inter no dudó en lanzarse con valentía por el mismo objetivo para regalar un gran duelo al espectador.
Certificado el reto de regresar una década después a un lugar de privilegio, las eliminatorias de 'Champions', a Inzaghi no le tembló el pulso en su planteamiento. Salió a por su rival en un Bernabéu de ingratos recuerdos para el Inter, arriesgó con defensa de tres y la opción de dejar espacios para correr a un equipo que presentó a Vinícius y Rodrygo en sus alas.
Lanzado en lo anímico por una racha de triunfos que no encuentra final, la fortaleza madridista nació desde la entrega defensiva para salir airoso de los momentos de superioridad del Inter. Supo sufrir cuanto le tocó y cuando pudo correr se divirtió, con 'Vini' acariciando el gol antes de cumplirse los dos minutos, pero errando en las lecturas de contragolpes en igualdad numérica que pudieron sentenciar el duelo.
Porque lo desniveló Toni Kroos con un recurso al que debe apelar más el equipo de Carlo Ancelotti con los lanzadores de los que dispone. Su zurdazo lejano, ajustado al poste, fue un castigo a un Inter que había avisado con los remates de Lautaro y Perisic. El esfuerzo corriendo detrás de la pelota mereció la pena y la ventaja en el marcador aumentaba argumentos para retrasar unos metros las líneas de un Real Madrid que incluso le servía el empate para acabar primero.
Defender, con una figura emergente como Militao ganando duelos, no significó renunciar al ataque porque las mejores ocasiones fueron madridistas. Después del testarazo blando de Dzeko a Courtois y las imprecisiones de Vinícius en los contragolpes, apareció Jovic para perdonar un mano a mano y Rodrygo para rondar el gol con su disparo al poste al borde del descanso.
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Lo mejor estaba por venir en una segunda parte en la que se impuso la imagen de equipo del Real Madrid, trabajado al detalle en todas sus líneas por Ancelotti, para no acusar ni el cansancio por la ausencia de rotaciones. Perdonó D'Ambrosio la opción de igualar el encuentro, chutando arriba con todo para marcar en el único desajuste defensivo blanco tras una perdida de Modric, hoy centenario en 'Champions', en salida de balón, y desapareció el Inter.
El Real Madrid ganó duelos, recuperó el balón y creció exhibiendo confianza en su juego. La sentencia la tuvo Casemiro en dos ocasiones, con un testarazo y un disparo raso, pero llegó con la reacción infantil de Barella a una pugna de Militao.
Su puñetazo le costó la expulsión y con el viento a favor, con Ancelotti dando un respiro a un puñado de titulares, Handanovic evitando que el buen partido de Rodrygo le acompañase el gol, llegó el segundo zurdazo de oro de la noche, de Marco Asensio a la misma escuadra tras besar la madera. Todo tan a favor que hasta Hazard salió unos minutos del ostracismo en una noche en la que el Bernabéu volvió a vibrar como antes de la pandemia.