Relacionar el moco nasal con infección bacteriana es un mito
Las infecciones de las vías respiratorias superiores, tanto virales como bacterianas, pueden provocar cambios similares.
El moco nasal de color verde grisáceo o amarillento, al que el médico podría referirse como secreción nasal purulenta, no es un signo obvio de infección bacteriana, aunque ese es un mito común hasta en la comunidad médica.
Según explicó el Dr. James Steckelberg, las infecciones de las vías respiratorias superiores, tanto virales como bacterianas, pueden provocar cambios similares en el tipo y color del moco nasal.
En el resfriado común, el moco nasal primero es acuoso y transparente; luego, progresivamente se torna más espeso y opaco, además de adoptar un tinte amarillo o verde.
Ese color posiblemente se deba a una mayor cantidad de ciertas células del sistema inmunitario o al aumento de las enzimas que las producen. En el transcurso de los siguientes días, la secreción tiende a aclararse o secarse.
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Según el especialista James, la mayoría de los resfriados en niños y adultos son causados por los virus, y los antibióticos no funcionan con ellos, haya o no producción de moco verde.
Sin embargo, el momento de la presentación de los síntomas puede aportar una pista acerca de qué tipo de microbios están presentes.
El moco nasal espeso y teñido suele presentarse con más frecuencia al principio de una enfermedad bacteriana, en lugar de varios días después de empezada, como ocurre en las infecciones virales.
Además, los síntomas de una infección bacteriana generalmente duran más de 10 días, sin ninguna mejoría.
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Por otra parte, en pocos casos ocurre que se desarrolla una infección bacteriana sobre el resfriado viral y en tales situaciones, los síntomas posiblemente mejoren para luego volver a empeorar. En esas circunstancias, un antibiótico puede reducir la gravedad de los síntomas y acortar la duración de la enfermedad.
Entre tanto, las medidas que podrían ayudar a quitar la mucosidad incluyen darle mucho líquido para que permanezca hidratado, en caso de que se trate de menores, succionarles con suavidad las secreciones, aplicarles gotas de solución salina para enjuagar o irrigar las cavidades nasales y, quizás, usar un humidificador de vapor frío para humedecer el ambiente.